La casita del “Papadas”
La casita que Cuauhtémoc Gutiérrez tiene en Periférico Sur, cerca de Cuemanco (Distrito Federal) destaca por sus formas similares a las pagodas de Lejano Oriente.
La semana anterior se comentó, en esta columneja, el caso del nada simpático Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, ex dirigente del PRI en el Distrito Federal, al cual se le apodó aquí, en estas líneas, “Lechón Man”, quizá por su exquisita figura de 360 grados y su papada en el cuello trasero, digna para ser preparada en cochinita pibil.
El sujeto ahora enfrenta denuncias por su presunta operatividad en una red de prostitución con chavas que laboran (o trabajaban) en el mismo PRI capitalino, y nadie quiere darle la cara ahora, ni los máximos líderes del tricolor actual, César Camacho e Ivonne Ortega, la ex mandataria yucateca. ¿Y antes, qué onda, siempre sí eran muy cuates?
Pero así como es Cuauhtemito, su propia personalidad la refleja en sus propiedades. Por ejemplo, la casita que tiene en Periférico Sur, cerca de Cuemanco (Distrito Federal) destaca por sus formas similares a las pagodas de Lejano Oriente.
Según reportes de periódicos nacionales, esa vivienda, “muy humilde”, destaca del resto de las casas de la acera sur de la avenida por su volumen, lo recargado de la decoración de su fachada, la variedad de materiales. Sus barandales dorados también tienen forma de pequeñas pagodas. Las puertas de las cocheras y la puerta principal son de aluminio dorado. Los quicios de las ventanas sobresalen por su forma curva.
Tiene tres plantas, dos domos de acrílico y una pequeña columna del mismo material, y una terraza cubierta con una “velaría”, una especie de lona fija con postes y cables. Una jaula en forma cilíndrica fue construida en uno de los extremos. Adentro, la decoración es una desordenada mezcla de estilos.
Así la vive Gutiérrez de la Torre, uno de los políticos más polémicos de la Ciudad de México en los últimos 20 años.
Prácticamente no hubo algún año en que no se haya visto envuelto en zafarranchos contra miembros de su propio partido. Sus compañeros Tonatiuh González y Cristian Vargas, y su hermana Norma, han tomado por asalto oficinas de la Asamblea Legislativa y de la Cámara de Diputados, oficinas del propio partido en el DF, e incluso del Comité Ejecutivo Nacional, destrozando el mobiliario.
Sus partidarios han suspendido asambleas del PRI haciendo volar sillas, han dejado heridos a correligionarios, como Rosario Guerra, e intentado tomar oficinas delegacionales y roto puertas de vidrio en la delegación Azcapotzalco.
El padre de Cuauhtémoc, Rafael Gutiérrez Moreno fue asesinado en 1987 por obra intelectual de su propia esposa. A partir de ahí, el control de la basura se repartió entre la familia. Fue en la década de los 90 que se erigió en el líder de la Unión de Pepenadores y logró llenar la ladera del volcán Cerro de la Caldera, al oriente de la ciudad, con basura.
Buscó obtener la jefatura delegacional de Iztapalapa para él y su partido. Lo intentaron también su madre Guillermina, y su hermana Norma. Ninguno lo logró. En cambio, Cuauhtémoc ha sido diputado local, diputado federal y prácticamente forzó al PRI a entregarle la presidencia en la capital.
Su sistema de contratación de edecanes para su servicio personal, incluyendo actos sexuales, data de al menos 11 años. Esto fue documentado por el periódico Excélsior. Eran los tiempos en que Gutiérrez de la Torre era diputado local. Desde entonces, al ser contratadas, a las seleccionadas se les informaba que entre sus labores se incluía acompañarlo a su casa en Periférico Sur, siempre que él lo solicitara.
Amigos, amigas, ya saben: sugerencias para que Cuauhtémoc mantenga el apodo de “Lechón Man” o “Papadas” (aunque haya furiosas personas, posiblemente priístas, que refutaron en la anterior columna los calificativos para tan mactá sujeto), enviarlas a [email protected] y/o [email protected]