La contienda en el PAN

El fracaso político, ético e ideológico del PAN en el poder nacional es mayor de lo que se piensa.

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No se requiere de estudio alguno para advertir la desproporción en la contienda entre Ernesto Cordero y Gustavo Madero; los números o las razones no pueden contra la realidad de la distribución desigual del poder entre los contendientes. Pero no solo eso, es una referencia entre el pasado inmediato de sometimiento del partido al presidente en términos que ni el PRI conoció y el presente, Madero le ganó la partida a Felipe Calderón, después de la humillación a la que fue sometido durante la campaña de 2012. Los socios de contienda lo hacen evidente: Cordero con Juan Manuel Oliva, un ex gobernador de Guanajuato supuestamente vinculado al Yunque, y el joven Ricardo Anaya, una revelación que va más allá del PAN y del Congreso. José Luis Luege, a pesar de su mérito, difícilmente cumpliría con los requisitos para contender.

El fracaso político, ético e ideológico del PAN en el poder nacional es mayor de lo que se piensa. Por razones de necesidad política y de estrategia para alcanzar las reformas, el gobierno de Calderón no fue sometido a escrutinio, además de que el ex presidente y sus asociados han trasladado a Josefina Vázquez Mota la causa de la desgracia del PAN, a pesar de que ésta les entregó candidaturas, estrategia y la conducción hasta de su propia campaña; de hecho, ese es el origen de ahora senador Cordero. Que el gobierno calderonista no haya sido sometido a juicio no significa que haya sido absuelto.

En la perspectiva futura, los panistas debieran tener presente el promocional revolving door de la elección presidencial de George Bush y Michael Dukakis, en la que se mostraba la fila de convictos que en lugar de ingresar al penal, salían para volver a delinquir, esto con motivo de la política carcelaria de Dukakis como gobernador de Massachussets, en la que el reo Willy Horton, con permiso el fin de semana, asesinó y violó. La misma circunstancia, pero más veraz y sin la manipulación del promocional, se puede aplicar a Michoacán. No obstante el uso desproporcionado de la represión por la estrategia de combate a la inseguridad del presidente Calderón, los resultados fueron desastrosos en términos de impunidad, saldo de sangre y justicia.

El fracaso del gobierno calderonista fue mayúsculo. Quizás lo peor en materia de legalidad. La corrupción y la impunidad están a la vista, no hay necesidad de mayor argumento (Oceanografía es el nuevo caso). La PGR se entregó como área de desastre, uno a otro se cayeron los casos emblemáticos contra la corrupción interna. Sobre la Secretaría de Seguridad Pública, su creación fue una decisión acertada del entonces presidente Vicente Fox, pero se volvió insostenible y debió desaparecer. El Ejército fue utilizado con exceso en una tarea que correspondía a las policías, con el desgaste de esta institución y el deterioro en el régimen de derechos humanos. Calderón dejó un país ensangrentado, con amplios territorios bajo el dominio del narco e instituciones desacreditadas y con muy baja moral de sus titulares.

El PAN de Calderón no tiene futuro. Las contiendas electorales son un severo escrutinio y debe resultar aterrador a los electores más de lo mismo. Eso es lo que representan Cordero y Oliva. Madero ha resultado con más sentido y visión que sus adversarios. Josefina, quien hubiera podido derrotarlo, decidió guardarse y contribuir al PAN desde otro plano.

El problema del PAN no es Calderón como tal, tampoco los muchos maloras y advenedizos con o sin fuero que siguen viendo en él su mejor futuro. En todos los partidos hay de todo. El mayor reto del PAN es recuperar la mística ciudadana extraviada en los 12 años de poder. Madero ha probado tener malicia y habilidad, pero su pragmatismo no da para sacar al PAN del hoyo, de hecho le da por juntarse con lo peor de lo peor. Ricardo Anaya, Josefina Vázquez Mota y muchos otros sí tienen para encabezar un proyecto de reencuentro con lo mejor del PAN.

Es una pena que el deterioro del PAN lleve a miembros con solvencia moral y buena trayectoria como Fernando Elizondo a retirarse del partido. Las cosas no se resuelven con el abandono y reclamos genéricos, como dice Ciro Gómez Leyva, quien al denunciar generaliza, absuelve. Allí en Monterrey Elizondo y los panistas indignados tienen dos ejemplos muy próximos de relación indebida entre política y dinero: Fernando Larrazábal y Margarita Arellanes. Los inconformes deben tener presente que las batallas no se ganan retirándose.

Al PAN le llevará tiempo recuperarse. Para todos los partidos las elecciones son oportunidad y reto. El problema para el albiazul es que desde hace tiempo para ganar requiere del PRD, como ocurrió en Baja California. No es un futuro digno, mucho menos políticamente e ideológicamente viable. Mucho se decantará en las elecciones de 2015.

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