La diosa arrodillada
La belleza y la ceja enarcada de 'La Doña' jamás se vieron mejor que en esta copia restaurada para el gozo en la pantalla grande.
Con motivo de la LVI Muestra Internacional de Cine, el pasado jueves 10 de abril, en las instalaciones de la Cineteca Nacional, se inauguró un ciclo de proyecciones con la presentación de La diosa arrodillada (1947), dirigida por Roberto Gavaldón y protagonizada por María Félix y Arturo de Córdoba.
Aunque uno pudiera pensar que el haber programado esta película resulta anacrónico con respecto a los demás filmes que serán parte de la muestra, su elección es pertinente dado que es una versión restaurada a partir de los rollos originales en película de nitrato, tratada en los propios laboratorios de la CN y que a la sazón fue proyectada en 35mm.
Dado lo anterior, el criterio de selección es oportuno, pues este 2014 se celebran los 100 años del nacimiento de María Félix, pero también del escritor José Revueltas, que figura en los créditos como guionista, pues el guión está inspirado en un relato del escritor húngaro Ladislas Fodor.
Si bien la película resulta una joya histórica tanto por su reciente restauración como por ciertos valores innegables dentro de la filmografía mexicana (como el hecho de ser uno de los primeros film noir, la fotografía de claroscuros contrastantes de Alex Phillips y la música del compositor Rodolfo Halffter, el tono y las escenas eróticas, etc.), el filme en sí nunca me ha gustado.
Tuve oportunidad de verlo en una de las tantas transmisiones del Cine de Oro que se hacían en la televisión pública y en esta ocasión mi opinión sigue siendo desfavorable por lo siguiente: los diálogos excesivamente literarios sonaban artificiales y poco creíbles en boca de los personajes, las elipsis son confusas en ciertos momentos y si bien el filme es un precursor del género negro en México, no acaba siendo más que un melodrama con muy pocos toques de violencia e intriga tratando de imitar lo que en ese momento se realizaba en EU.
El casting, eso sí, es inmejorable, pues vemos a dos estrellas en su mejor momento. ¿Quién mejor que la Félix para actuar como femme fatale? Es de destacar el diseño de vestuario, pues María luce elegante, atrayente, suntuosa y espectacular. Sin embargo, ni eso la salva de una pésima interpretación, pues era una mala actriz cuyo mayor mérito era interpretarse a sí misma tanto en cine como en la vida real. Como cereza del pastel, hay una escena en la que interpreta una canción de su entonces esposo Agustín Lara, donde adolece de virtudes vocales. Aun así, la belleza y la ceja enarcada de “La Doña” jamás se vieron mejor que en esta copia restaurada para el gozo en la pantalla grande. Todo lo demás dicho aquí no tiene la menor importancia...