La educación para el conocimiento

La época en que la educación y el conocimiento experimentaron la resistencia al crecimiento fue cuando éstas estuvieron en manos de...

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La época en que la educación y el conocimiento experimentaron la resistencia al crecimiento fue cuando éstas estuvieron en manos de la iglesia. Con la Santa Inquisición la ciencia -sobre todo- detuvo su dinámica que le otorga la multiplicidad de ideas, al enmarcarla sólo en una parte consistente en materia de arte, estética, moral, metafísica y relatoría histórica de la filosofía, todo ello, concentrado en una ética religiosa. Este fue el tipo de educación denominada escolástica, bajo un sistemático control clerical y ortodoxo  vigilado persecutoriamente por la jerarquía clerical.

Luego de la reforma protestante, que provocó la caída de la corona papal, y con el surgimiento del Estado-Nación, la educación pasó a ser laica, y el mundo desató las ligaduras que la ataban. En estas condiciones, la ciencia al verse liberada de dogmas de inmediato abrió un abanico gigantesco de nuevos y sustanciales inventos, que revolucionaron –en corto tiempo- a las sociedades y por ende, el comportamiento de los individuos. La nueva vida parlamentaria de Europa comenzó a manifestarse por la disidencia, de mucha voces que estuvieron reprimidas en el –recién desaparecido- Estado Teológico.

Los evidentes avances tecnológicos mostraron el nuevo rostro del capitalismo, que sustituía al artesanado por la mítica máquina de vapor. Inglaterra, país sede, en el inicio de la proliferación de la tecnología en todo el orbe, fue la primera nación en reglamentar jornadas de trabajo que con él tiempo se llamarían Semana Inglesa. Los conocimientos radicaron en el adiestramiento a grandes ejércitos de obreros, para el control y manipuleo de las nuevas máquinas.

Por su parte, la educación transmisora de conocimientos provocó la creación de nuevas escuelas para maestros, influenciados por los constituyentes de la famosa Escuela de Frankfort, entre los que destacaron Jean Piaget, María Montessori, Gastón Bachelard, Mario Bunge, Sigmund Freud y Erich Fromm. Con todos ellos, la teoría educativa, en el mundo occidental, abrió una nueva expectativa de magnitudes tan amplias, que hasta la fecha su influencia se siente y se respeta. 

Hoy las condiciones han cambiado. En el mundo la educación se ha convertido en plástica, sintética, cada día le va dejando menos inspiración al pensamiento y la máquina va en incremento, poco a poco, sustituyéndola. Hoy a los maestros nos pesa crear jóvenes con capacidad crítica y devoción al análisis. Para los alumnos en estos tiempos, los días de asueto, de distracción al tiempo y una gran resistencia a la disciplina, para la adquisición del conocimiento, son tan sólo uno de los factores que –mañana- tendrá sus efectos negativos en las labores del mercado de trabajo, en los profesionistas futuros.

Está científicamente comprobado que la búsqueda del conocimiento implica orden metodológico, análisis exhaustivo, inversión de tiempo en consultas bibliográficas, concentración en la revisión teórica (en muchos casos trabajo grupal), crear sesiones de lectura, elaborar entrevistas y procurar encuestas etc. Pero la realidad nos exhibe en un dejo de simulación tanto en educadores como educandos, y en muchos casos ni medianamente obtenemos resultados que se acerquen a lo básico del proceso conocimiento-aprendizaje. 

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