La educación y nuestro entorno

Es difícil ser optimista o crear un ambiente de optimismo.

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Hoy quiero hablar del entorno que me rodea; yo vivo en una esquina y la calle lateral de mi predio es el acceso de la gente que acude caminando a la Iglesia de los Tres Sagrados Corazones, en la Col. México; los frentes de mi casa son barridos tres veces por semana y en cada ocasión es impresionante el volumen de basura que se recoge de la calle: pañales desechables, botellas y latas de refrescos o cervezas, botes y vasos de todo tipo, bolsas de plástico, etc. 

En muchas ocasiones me ha tocado ver a la geste tirando su basura y al llamarles la atención lo que recibo a cambio es ignorancia o agresión. Lo cierto es que el gran problema es que nuestra gente pareciera no entender que al tirar basura en la calle se está agrediendo a sí misma. 

Sin embrago, si quisiéramos lograr un cambio de hábitos, de actitudes, de valores, tendríamos primero que luchar por modificar un entorno social que nos condiciona y nos dice a gritos que nuestras acciones individuales son como una gota en un océano.

En realidad en nuestros procesos educativos, escolares y familiares, dejamos de considerar en muchos aspectos el enorme papel que juega el entorno en nuestros procesos de aprendizaje, en la determinación de nuestras creencias y pensamientos. 

De igual forma,  dejamos de considerar que el primer paso para el cambio social surge del cambio individual, del cambio de cada uno de nosotros en su interacción con el entorno social y ambiental, y sus efectos en la calidad de vida de un espacio urbano.

Debemos reconocer que nos encontramos ante un dilema. Hasta ahora nuestras acciones se han enfocado a tratar de alcanzar cambios, grandes o pequeños, de nuestro entorno, sin habernos enfocado en el cambio de actitud de cada uno de quienes habitamos la ciudad.

En las actuales circunstancias económicas, de efectos del cambio climático, de crisis de seguridad, de pérdida de valores, es difícil ser optimista o crear un ambiente de optimismo; sin embargo, no debemos olvidar que los pequeños cambios que generemos con nuestros pensamientos y acciones, generan, como cuando lanzamos una piedra al agua que produce ondas, efectos que impactan progresiva y positivamente en nuestro entorno. Pongamos nuestro granito de arena. Todos.

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