La esperanza, una gran fuerza

Nos ayuda a encontrar el Sentido de Vida y se concreta en una posibilidad. Es un sentir que viene de nuestro interior y nos da de nuevo la confianza.

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La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada. Y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo. – Maeterlinck, dramaturgo

La desesperanza es el “sinsentido de la vida”, la desilusión, la frustración y hastío de la existencia, provocando en la persona depresión y angustia al caminar por la vida sin ideales ni motivaciones que lo impulsen a su realización hoy y aquí y en el más allá de la muerte.

Entramos en desesperanza cuando nos falta la fe en Dios, en nosotros mismos y en los demás, que hace ver el presente y el futuro y sobre todo la muerte como entrar a una “nada” sin fin, oscura y sin salida porque no encontramos el sentido de existir en este mundo y la omnipresencia de Dios que es AMOR.

La esperanza nos ayuda a encontrar el Sentido de Vida y se concreta en una posibilidad, aunque sea una. La vida consiste precisamente en esto, en abrirse hacia lo posible y se construye sobre la posibilidad de contar con un futuro, por lo tanto, amplía el horizonte y basta esta apertura para devolvernos la alegría, el impulso para seguir la vida y tener la visión de “algo” que puede ser, suceder y continuar. 

La esperanza no es un razonamiento. La esperanza es un sentir que viene de nuestro interior y nos da de nuevo la confianza, renovando el impulso vital que habíamos perdido. La esperanza proviene del deseo de amor, de libertad y de expresarse, si este deseo es fuerte, mayor será la capacidad de transformar el futuro. 

Cuando tenemos esperanza, se acompasa el corazón y el miedo se aleja. Se hace llevadero el presente y se refuerza la voluntad para llevar a cabo las acciones deseadas, asumiendo los  riesgos y reasumiendo la capacidad de hacer proyectos. La vida en el día a día, es abrirse a lo posible, es la “espera”  del mañana que será mejor que hoy. Es la esperanza la que renueva la alegría y el impulso para vivir.

La esperanza se funda en la fe que es un regalo de Dios, es un acto de libertad. La fe siempre es una trascendencia que sobrepasa al ser humano.

La esperanza es la aceptación humilde y consciente de la posibilidad de superar nuestras debilidades y evitar los errores aun sabiéndonos falibles, intentando seriamente ser más conscientes del tesoro que se nos ha confiado para poder decir desde el fondo del corazón como dice Amado Nervo:

“… yo te bendigo VIDA, porque nunca me diste ni esperanza fallida ni trabajos injustos, ni pena inmerecida…  

¡Ánimo! hay que aprender a vivir a vivir.

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