La estrategia Osorio: el avasallamiento

Michoacán, Tamaulipas y el Estado de México son tres caras de una misma estrategia que tiene que ver con desplazar a los poderes locales para intervenir desde el centro.

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El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, estuvo ayer en Tamaulipas con el gabinete de seguridad para seguir con la implementación de la nueva estrategia de seguridad en el estado.
 
Reiteró algunas medidas y anunció otras que se resumen bien en esta cita de su conferencia de prensa: “A partir del mes de junio, la Secretaría de la Defensa Nacional capacitará, evaluará y adiestrará a la Policía Estatal Acreditable. Asimismo, en el caso de la Policía Ministerial del Estado, como lo mencionamos el pasado 13 de mayo, se realizará la remoción total del personal e iniciaremos en paralelo un curso de capacitación y adiestramiento por parte de las dependencias federales en materia de seguridad. Mientras esto se da, sus funciones serán suplidas por elementos de la División de Investigación y de Despliegue de la Policía Federal.
 
Para esta estrategia es de absoluta importancia la participación de la ciudadanía en la denuncia. Por ello, se llevará a cabo una reestructura total del C-4.
 
“La Secretaría de la Defensa Nacional asumirá de manera inmediata la operación de este centro en lo que se desarrollan las capacidades locales plenas.”
 
Es decir: adiós, tamaulipecos; ya llegamos, háganse a un lado. 
 
Michoacán, Tamaulipas y el Estado de México son tres caras de una misma estrategia que tiene que ver con desplazar a los poderes locales para intervenir desde el centro, con las fuerzas del centro, en la operación cotidiana del aparato de seguridad. A veces con un comisionado, a veces sin él; o como en el Estado de México, a través de la renovación del gabinete local a pedido de los mexiquenses que trabajan en la Secretaría de Gobernación federal.
 
Nuestro defectuoso armado institucional hace que cualquier esfuerzo real por contener la violencia y el crimen se atore en la relación entre gobierno federal y los estados. 
 
Durante el gobierno de Felipe Calderón el signo de esa relación fue la desconfianza y el enfrentamiento. Ahora el signo es el avasallamiento. Quítate, por lo pronto, que ahí llegamos nosotros.
 
Puede ser que funcione mejor en el corto plazo. 
 
El problema es otro: un día, más temprano que tarde, inevitablemente, el gobierno federal se va a retirar y solo quedarán los locales. Otra vez. Y como les arreglaron el problema sin ningún costo, no tendrán ningún incentivo para hacer lo que no han hecho. Lo más probable es que en algunos años los federales tendrán que volver a intervenir. 

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