La extinción inminente de la oposición

Como en la década de los 70s, cuando el PRI era un partido sin contrapesos y era dueño de todas las posiciones políticas, hoy en Quintana Roo...

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Como en la década de los 70s, cuando el PRI era un partido sin contrapesos y era dueño de todas las posiciones políticas, hoy en Quintana Roo tanto PAN como PRD son fuerzas de polvorón que no tienen una participación activa en la agenda y en los fenómenos que emergen del caldo de cultivo, como el conflicto magisterial desbocado que lanza jaque tras jaque.

Los dirigentes del PAN y PRD, Eduardo Martínez Arcila y Julio César Lara Martínez, encabezan franquicias muy desgastadas en nuestro estado, ya que no se han repuesto de la golpiza inmisericorde que les propinó el PRI en el pasado proceso del siete de julio, arrasando en los 10 Ayuntamientos y en 14 de 15 distritos. Incluso, el distrito de Cozumel no quiso ganarlo el Tricolor, ya que Fredy Marrufo Martín como candidato a la alcaldía en esa isla ganó sin despeinarse, enfrentando a un panista con dimensiones de Don Nadie.

Los dirigentes del PAN y PRD se han negado a plantarse ante el espejo de la autocrítica, navegando en los ríos de la evasión para bañarse en una autocomplacencia que los ridiculiza, ya que todo mundo sabe que ellos jugaron un papel fundamental en la hecatombe de sus partidos, como títeres a quienes se dictó la táctica y la estrategia para perder en todos los frentes.

Si Eduardo Martínez Arcila y Julio César Lara fuesen entrenadores de la selección mexicana, habrían sido despedidos como el Chepo de la Torre. Pero en cambio estos dirigentes de ejércitos en desbandada andan por las calles muy quitados de la pena, permaneciendo a flote mientras sus partidos están al borde de la extinción.

Porque en episodios cruciales que ameritan un obligado posicionamiento tanto PAN como PRD permanecen meditando en el Tíbet. De hecho, diputados del PAN y PRD se han sumado a la bancada del PRI en el Congreso local para aprobar iniciativas polémicas, dejando serias dudas en cuanto a su honestidad, por aquello del pago por evento.

No alcanzan a comprender los dirigentes de estos partidos que su postura complaciente, aplaudiendo servilmente al PRI o permitiendo que haga su santa voluntad, los condena a partir con mucha desventaja cuando se insinúe en el horizonte la próxima elección federal.

Porque por un lado el PAN ya no debe jugar con las figuras de siempre que lo han orillado a la derrota, como Alicia Ricalde Magaña o Patricia Sánchez Carrillo. Pero es un hecho que los perfiles mediocres y despreciados en el blanquiazul estarán de nuevo en primera fila para el reparto de posiciones.

Y el PAN se dio el lujo de despreciar a figuras competitivas, como Marybel Villegas Canché, mientras el PRD rechazó a una figura con mayor fuerza –comparada con la diputada federal Graciela Saldaña Fraire –, como el diputado Alejandro Luna López, yerno de Greg Sánchez.

Porque pesó mucho la autoridad del alcalde perredista en Cancún, Julián Ricalde Magaña, quien vetó a figuras competitivas y presentó el manual para enfrentar al PRI, si es que acaso enfrentaron a este partido porque triunfó como en los viejos tiempos, masacrando a placer.

Conozco figuras tanto en el PAN como en el PRD, desconcertadas con este escenario tan adverso. Por el blanquiazul, puedo mencionar a Antonio Rico Lomelí, Hassan Medina Rodríguez, Mario Rivero Leal y Miguel Martínez Castillo.

En cuanto al PRD, ha sido condenado a la extinción en el sur no por golpes del PRI, sino por maniobras infames de su dirigencia establecida en Cancún, donde se desprecia al perredismo que persiste en la capital del estado y sus alrededores.

Pero aquí están Roger Peraza Tamayo, Carlos Vázquez Hidalgo y Patricio Cervantes Romero. Pero es evidente que al perredismo del sur le urge incorporar nuevas figuras para no seguir en caída libre.

Incluso, hasta el PT ha ganado terreno en Bacalar, con figuras como Mauricio Morales Beiza y Rivelino Valdivia Villaseca.

Y la Morena de Andrés Manuel López Obrador le arrebatará al perredismo otro porcentaje de militantes y simpatía. 

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