La falsa muerte del pacto

Zambrano recordó que aún quedan pendientes asuntos de la reforma política por decidir, las leyes secundarias de telecomunicaciones y la reforma política del Distrito Federal.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

¿Valió la pena el Pacto?, le preguntaron ayer al Presidente del PRD, Jesús Zambrano, al término del acto en el que concluyeron las 75 horas de caminata contra la privatización del sector energético. 

—Mire, mire, el Pacto ni para qué hablar de él en este momento, porque está muerto. Así de sencillo, así de sencillo. Está muerto.

—Pero, ¿valió la pena? —le insistieron.

—¿Arrojó frutos? Sí, y entre ellos uno importantísimo: el de telecomunicaciones, que ustedes lo saben muy bien como representantes de los medios lo que ello significa. Pero estaba muy claro que para nosotros la continuación, como lo dijimos en el Pacto, si entraban a querer privatizar la riqueza petrolera, de ninguna manera significaba para nosotros una continuación y por eso yo digo que el Pacto está muerto.

Inmediatamente después, Zambrano recordó que aún quedan pendientes asuntos de la reforma política por decidir, las leyes secundarias de telecomunicaciones y la reforma política del Distrito Federal; asuntos que interesan particularmente a la izquierda. “Vamos a ver si lo cumplen —dijo Zambrano—, vamos a ver si lo cumplen, porque una cosa es que ya no haya continuación en lo otro, pero hay compromisos adquiridos y que nosotros vamos a exigir que se cumplan”.

Es decir, el Pacto anda muerto, pero no tanto. 

La pregunta que se deberán hacer los líderes perredistas durante estas vacaciones es si vale la pena abandonar y enterrar el instrumento gracias al cual la izquierda ha logrado hacer avanzar su agenda (telecomunicaciones, hacendaria) más que en los últimos 12 o 15 años y que prometía, por ejemplo, entregar una reforma política para la capital que el perredismo ha anhelado hace lustros. 

Abandonar para siempre la mesa de negociación sería dejar paso libre al priismo más cercano al PAN para diseñar lo mucho que queda por hacer y se había enumerado en el primer documento del Pacto. Abandonar la mesa sería volverse a marginar y echar por la borda su segundo lugar del 2012. 

Por eso hoy, si tuviera que apostar, apostaría a que en algún momento del primer trimestre del próximo año, aún refunfuñando y con mala cara, se volverán a sentar en la mesa del Pacto. 

Lo más leído

skeleton





skeleton