'La gran muralla', un filme que no tiene desperdicio
El simple hecho de retratar un monumento reconocido como maravilla del mundo moderno le da un sabor especial a este filme dirigido por Zhang Yimou
Nunca es desperdicio una película que hable de la antigua China, más allá de que el argumento de la cinta tenga que ver con seres mitológicos o se encuentre envuelta en una polémica racista por la supuesta supremacía del protagonista blanco. El simple hecho de retratar un monumento reconocido como maravilla del mundo moderno, le da un sabor especial a cada filme. En este caso se trata de “La gran muralla”, dirigida por Zhang Yimou (“La casa de los cuchillos”, 2004).
Si bien resulta evidente que se trata de una cinta de ficción, la aparición de un par de europeos en la historia, deja mucho que desear, por la inmensa imprecisión histórica, pero todavía esa gran inconsistencia no es suficiente para arruinar el resultado final del filme, que pasando por grandes espacios de acción, secuencias de una batalla épica entre el ser humano y una amenaza inverosímil y, una banda sonora exquisita, mantienen al espectador al filo de la butaca, prácticamente de principio a fin.
Este largometraje nos narra la supuesta búsqueda de dos europeos -personificados por Matt Damon y Pedro Pascal- que llegan a China para conocer los secretos de la elaboración de la pólvora, sin embargo son capturados por los chinos y tomados prisioneros, por considerarlos ladrones. En ese lugar encuentran a otro europeo, cuyo papel es desempeñado por William Dafoe, quien lleva mucho más tiempo que ellos tratando de robar el secreto de la pólvora
El argumento, fuera de toda lógica histórica, nos permite enfocarnos en tres aspectos bien interesantes, que son dignos de recalcar.
Primero, el estupendo trabajo de Fotografía (Stuart Dryburgh) y Efectos visuales (Lubo Hristov) que nutren las secuencias de batalla, perfectamente cuidadas para deleite del más exigente; segundo el trabajo de Matt Damon, que de los actores que aparecen en pantalla, es justamente el más voluntarioso, con sus destellos de presencia bélica; tercero, el manejo de los paisajes chinos, que no tiene comparación, elemento que aporta la cuota de serenidad entre tanto estruendo.
Una cinta que verdaderamente vale la pena, digna de un fin de semana de película con la pareja o los amigos, téngalo por seguro que se va a entretener y divertir. El filme cumple con ese objetivo básico del séptimo arte, entretiene de principio a fin.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asisitir a su sala favorita.
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