La guerra por Tamaulipas
El control de Tamaulipas, como en Michoacán, vuelve a correr a cargo de las fuerzas federales porque los policías estatales no son confiables.
El control de Tamaulipas, como en Michoacán, vuelve a correr a cargo de las fuerzas federales porque los policías estatales no son confiables y permitieron que amplias capas de la población vivan bajo el terror de bandas sanguinarias (golfos y zetas).
Tan solo en Reynosa, hace pocos días hubo cinco batallas campales y las pandillas se movilizaban en convoyes de decenas de camionetas desde Matamoros.
En Michoacán, las autoridades clamaron por el auxilio de la Federación desde que gobernaba el perredista Lázaro Cárdenas Batel, y tuvo que hacerlo después el desventurado priista Fausto Vallejo.
Lo contrario sucedió en Tamaulipas, donde se dejó pasar y hacer a cuanto quiso la delincuencia (con la mitad de los policías contaminada por la criminalidad).
Los gobernantes tamaulipecos pretendieron minimizar las multitudinarias manifestaciones de ciudadanos hartos de la inseguridad que han salido a las calles para exigir paz y tranquilidad.
Ahora, pero sin autodefensas en qué apoyarse, soldados y policías federales van a otra guerra…