“La historia de los 3 canteros”
Estamos llamados a una vida noble, creadora y adquirimos el significado de nuestros actos cuando los incluimos en un proyecto grande, superior a nosotros mismos.
Para ser capaces de enfrentarnos a la angustia, al dolor o, simplemente al cansancio o al aburrimiento, los seres humanos necesitamos encontrar un sentido a lo que hacemos. Porque de lo contrario nace en nosotros un sentimiento de despropósito, de incomprensión y tendremos una vida en sin sentido.
Hay personas que quieren tener un hijo o escribir un libro, o fundar una empresa, o bien luchar en un partido político, precisamente para encontrar un significado a su existencia. Hay una gran diferencia entre lo que hacemos y el significado que tiene lo que hacemos.
Hay una bella historia de hace siglos, en la que narra que un hombre paseaba por la ciudad castellana donde se construía una catedral y vio a tres canteros trabajando. Cada uno de ellos tallaba una piedra a golpe de cincel y martillo. Las tres piedras eran muy parecidas.
El viajero se acercó al primer cantero y le preguntó qué hacía. “Pues ya ve, destrozando mis manos y mi cuerpo tallando esta maldita piedra”. Se acercó al segundo y le hizo la misma pregunta, a lo que éste respondió: “Tallando un bloque cuadrado para continuar ese muro”. Por último, se acercó al tercer cantero, que respondió entusiasmado: “¡Estoy construyendo una catedral!”. Y de los tres, sólo este último tenía una sonrisa en los labios. Las piedras eran iguales; el esfuerzo, parecido; el sentido, absolutamente distinto.
Hoy te pregunto: ¿Qué tipo de cantero eres? ¿Gozas tu vida o sufres tu vida? ¿Disfrutas tu trabajo, o sufres tu trabajo? Si la vida te dijera ¿qué deseas, qué le responderías? Y la más fuerte: ¿sabes cuál es el sentido de tu existencia?
La anécdota anterior nos revela un secreto: estamos llamados a una vida noble, creadora y adquirimos el significado de nuestros actos cuando los incluimos en un proyecto grande, superior a nosotros mismos, que nos permite ver nuestras desdichas, nuestras limitaciones, y también nuestras alegrías desde otra perspectiva.
La necesidad de encontrar un sentido en nuestra vida nos lleva a colaborar en cosas grandes, a emprender las obras del amor, a dejarnos arrastrar por la llamada de una vida generosa y creadora. Sirviendo sin esperar ser servidos, amando sin esperar ser amados, y dando sin esperar recibir.
El acto del servicio y ofrecer nuestra vida por los demás es el mejor regalo que podemos darnos a nosotros mismos. Entendiendo que el servicio es la máxima expresión del amor. Porque con servicio, amor y acciones por los demás lograremos trascender y encontrarle un sentido a nuestra existencia.