La inercia priista
Siempre se utiliza el término empate técnico cuando las autoridades electorales estatales no se atreven a dar a conocer resultados definitivos o insuperables para uno u otro contendiente.
Pues parece que la inercia priista, con el triunfo presidencial de Enrique Peña Nieto hace ya un año, se mantuvo vigente en las 14 elecciones en igual número de entidades del país que se realizaron anteayer domingo. Según los cómputos preliminares, el tricolor y sus abanderados a alcaldías y diputaciones locales casi se llevaron el carrito completo.
Sólo una duda hay, en Baja California Norte donde priistas y panistas se declararon triunfadores para la gubernatura, la única en juego en estos comicios, que previamente estuvieron enmarcados de polémica, recordatorios a las progenitoras y, desgraciadamente, violencia y asesinatos.
Por supuesto que el PRI y Peña Nieto están hiperinteresados en obtener el Poder Ejecutivo de Baja California, ya que es bastión panista desde 1989, cuando Ernesto Ruffo Appel ganó la primera gubernatura para Acción Nacional en su historia política. Y de allí, no la han soltado. Se dice que hay “empate técnico” entre los abanderados de ambos bandos, pero ese tipo de “igualdades” son, realmente, una estupidez.
No hay nada de empate y menos técnico. Siempre se utiliza esa especie de tecnicismo cuando las autoridades electorales estatales no se atreven a dar a conocer resultados definitivos o insuperables para uno u otro contendiente. Presuntamente, el blanquiazul va arriba por unos cuantos puntos. Habrá que observar el desenlace.
Por supuesto que los perdedores siempre argumentarán cualquier cosa para lavarse las manos y no reconocer las derrotas. Hablamos tanto de priistas como de panistas y perredistas, los partidos más representativos de México; de los otros “satélites” como el Partido del Trabajo, Movimiento Ciudadano, Panal, Verde (muy verde) y demás remedos, ni hablar. Ellos y sus dirigentes sólo viven a expensas del erario y de sus acuerdos cochinos y en lo oscurito. O sea, no valen la pena.
En el caso de las elecciones en Quintana Roo, el PRI iba con todo por la alcaldía de Benito Juárez, mejor conocido como Cancún, para arrebatarle el poder al PRD que en las últimas tres o cuatro administraciones se había consolidado en el poder, desde los famosos “Chacho” García Zalvidea hasta ese “gran religioso” y fraudulento “Greg” Sánchez, especialista en traficar ciudadanos cubanos para ganarse miles de dólares, hasta el actual Julián Ricalde.
PRIMERA CAIDA.- En Cancún, especialmente, triunfó un PRI que, independientemente si “mapacheó” mejor que el PRD, supo aprovechar las condiciones de inseguridad que privan en ese polo turístico. En definitiva, los perredistas en el cargo no lograron contener los frecuentes baños de sangre. La oposición tricolor supo canalizar ese desastre a su favor.
SEGUNDA CAIDA.- El PRD pierde, de esta manera, uno de sus principales bastiones en el sureste. Y para que lo recupere estará en chino (como el Dragon Mart).
TERCERA CAIDA.- La inercia de Peña Nieto se mantiene, y el operador político del PRI en Cancún, Panchito Torres, supo sacar adelante su chamba. ¿Rumbo al PRI de Yucatán?