El lector podría suponer que siendo hoy el día del amor y la amistad, se hablaría del tema. Sin embargo, con su permiso, analizaré la lucha, pero la de clases sociales, que es una especie de desamor.

Cuando uno escucha la frase lucha de clases vienen a su mente las ideas de Karl Marx. Marx plantea que lo que produce riqueza no es el capital sino el trabajo, por lo tanto, el patrón explota a los obreros para realmente generar mayor riqueza. Para él, esta disputa entre esos factores de la producción hace que se produzca la explotación del hombre por el hombre.

Octavio Paz dice en El Laberinto de la Soledad: “Esta concepción de la vida social como combate engendra fatalmente la división de la sociedad en fuertes y débiles. Los fuertes -los chingones sin escrúpulos, duros e inexorables- se rodean de fidelidades ardientes e interesadas…”. Platón plantea en La Republica una división social del Estado ideal: los artesanos, los filósofos o magistrados y los guerreros. 

En Yucatán, la casta divina pretendía justificar su supuesta superioridad racial, económica y social. El hombre blanco superior al indígena. En la actualidad hay una especie de política racial, ¿verdad señor Trump?  

Para bien o para mal, las sociedades se dividen en clases sociales; Marx consciente de esta división plantea acabarla mediante la revolución armada. Esta concepción es una utopía marxista: considerar que es posible erradicar las clases sociales de las comunidades humanas.

Lo que mueve a las sociedades es la lucha de clases. Los ricos son una clase social enfrentada a los pobres y viceversa; es decir, para que ellos puedan ser ricos lo más probable es que tuvieran que necesitar de explotar a miembros de la clase baja; para Marx esta relación directa entre lucha de clases y bienestar del capital es lo que mueve a las sociedades. 

Para el rico capitalista su riqueza estará en relación inversamente proporcional a la miseria de los pobres, es decir, mientras más explote al trabajador más riqueza le proporcionará. Son dos factores de la producción históricamente encontrados. 

Más allá del discurso empresarial, el capitalista quiere hacer trabajar más al obrero y pagarle lo menos posible y el asalariado lo que persigue es trabajar menos y ganar más. En el mundo del derecho, dada la naturaleza de los litigios, se percibe más este antagonismo.