La lucha del poeta Sicilia

Ha hecho todo para modificar las definiciones del entonces presidente Calderón en su guerra contra el crimen.

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Como pocos, Javier Sicilia ha podido cambiar el sentido de la lucha del gobierno contra la inseguridad. Se cumplen dos años del asesinato de su hijo. De ese entonces el padre ha hecho todo para modificar las definiciones del entonces presidente Calderón en su guerra contra el crimen. Lucha en todos los frentes, incluso el propio; lo mismo ha encarado al vecino del norte, al presidente Calderón y a los legisladores. La publicación de la ley de víctimas es un logro mayor, del que ya, con la enmienda legislativa, nadie queda por reclamar.

El poeta no tiene el monopolio de la indignación; ni lo pretende ni lo asume; esa es la virtud de su lucha. Desde el inicio ha hecho propia las muchas voces de agravio ignoradas por las autoridades. Por Sicilia y todos esos miles de indignados, las víctimas tienen otro lugar y las autoridades otra actitud. Mérito del gobierno anterior que los responsables del homicidio de Juan Francisco hayan sido detenidos y sujetos a proceso. Calderón y los suyos ya no están, pero la violencia persiste y las muertes se cuentan en números semejantes a los del pasado inmediato. Es positivo que las autoridades actúen respecto a las causas que originan la delincuencia, pero la exigencia es la de una baja sensible en la cuota de sangre.

De poco sirve señalar al pasado y los errores asociados. Lo importante es lo que ahora se hace. El escepticismo y la impaciencia están en la sociedad; situación grave porque la batalla contra el delincuente requiere una sociedad movilizada en este empeño. En las zonas de alta incidencia de delitos se advierte la presencia de las fuerzas federales. Ya hay lecciones a valorar como las de Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo León o Veracruz, pero todavía no queda claro qué hacer, además surgen problemas preocupantes como el de los grupos de autodefensa.

El balance que debe hacer el poeta y los suyos muestra un largo camino adelante. La indignación es un obligado recurso. Un año se ha dado el gobierno para dar cuenta de un cambio en la situación. Meta ambiciosa; al menos una cosa ya ha cambiado en el lenguaje oficial, lo que cuentan no son las acciones, sino los resultados.

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