La lucha por la capital

Eduardo Espinosa Abuxapqui está decidido a hacer valer el peso de los antecedentes –el PRI nunca ha sido derrotado en la capital, estando en juego el ayuntamiento– confiando en su potencial político...

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Eduardo Espinosa Abuxapqui está decidido a hacer valer el peso de los antecedentes –el PRI nunca ha sido derrotado en la capital, estando en juego el ayuntamiento– confiando en su potencial político, probado exitosamente en dos procesos electorales, mientras su principal adversario, el panista José Hadad Estéfano, pretende sacar provecho de la irritación social, generada por una autoridad municipal tan negligente como irresponsable, convertida en insoportable carga para todos.

En contadas ocasiones dos personalidades con mucha presencia se han visto las caras en un proceso. En este proceso, tanto Eduardo Espinosa como José Hadad se han lanzado con determinación, decididos a triunfar este 7 de julio.

Abuxapqui confía en los antecedentes de dos competencias, la primera en el proceso de 2002, cuando enfrentó al panista Luis Gamero Barranco, quien dio batalla en serio, no apostando de entrada a la cosecha de la regiduría, verdadero objetivo de ciertos candidatos que conocen sus reales dimensiones, más allá del discurso triunfalista que no se tragan ni en su limitado equipo de campaña.

El ex presidente de la Gran Comisión del Congreso tuvo que seguir los lineamientos de su partido, cerrado a la posibilidad de participar en el debate más inocente. Por ello se concentró en su campaña sin aceptar subirse al ring con José Hadad.

Por su parte, el panista ha pretendido hacer efectiva una coalición de facto para evitar la dispersión del voto, asumiéndose de inmediato como el único adversario efectivo de Abuxapqui. Incluso, ha insistido en el “voto útil” para sacar al PRI de Palacio Municipal.

Cercana la recta final de las campañas, Abuxapqui y Hadad están al frente del pelotón, persiguiendo una silla que ha sido una fuente de sinsabores para los capitalinos, ya que los problemas se acentuaron como si hubiese estado vacante desde la salida de Andrés Ruiz Morcillo.

La presidencia municipal es la posición más atractiva en esta región, y de nuevo el PAN es el oponente más serio, como ocurrió en el proceso de 2008, cuando Mario Rivero Leal se lanzó con todo a la conquista de la silla municipal othonense.

Lo grave para el PRD es que desde hace algunos procesos ha sido un convidado de piedra, ya que su participación ha sido testimonial, abandonado a su suerte por su dirigencia estatal, como ocurrió en el proceso de 2002, cuando Rafael Esquivel Lemus fue enviado a la cuarta posición, algo en verdad humillante para un partido que nació en el sur a fines de la década de los 80, inquietando desde entonces al PRI.

En esta ocasión el PAN saca de nuevo la casta, aunque su punto débil se localiza en sus candidatos a diputados locales en los tres distritos del sur.

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