La medalla que nunca fue… (2)

Si se quiere perpetuar la memoria de Oswaldo Baqueiro con una medalla, en futuras ediciones habría que revisar sus fundamentos.

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La semana pasada manifesté las muchas inconsistencias que la medalla al periodismo cultural “Oswaldo Baqueiro López” ha tenido en sus pasadas ediciones, desde el 2009 a la fecha, cuando fue declarada desierta en un comunicado emitido por el jurado conformado por Socorro Chablé, Gaspar Gómez Chacón, Efraín Poot Capetillo y Bernardo Laris Rodríguez, debido a que “no se ajustaron a las disposiciones de la convocatoria emitida.”

Y es que tal parece que la presea sólo se otorga a aquellos periodistas alineados con el gobierno, lo cual da mucho qué pensar, ya que esto demerita el premio, pues envía un mensaje a la sociedad y a los periodistas culturales que hemos puesto nuestra pluma exclusivamente al servicio de la cultura y las artes de nuestro estado.

Aunado a esto, la convocatoria de 2014 careció de una difusión adecuada, dado que más que querer entregar un galardón acompañado de un apoyo económico ($10,000 pesos), pareció que la Sedeculta hizo lo posible por mantenerlo en un bajo perfil, ya que si las nimias dos candidaturas no fueron adecuadas el jurado pudo tener la facultad de elegir una terna y votar por algún candidato que sí reuniera las condiciones para hacerse acreedor a la presea.

El caso es que si de por sí el periodismo cultural yucateco ha sido desvirtuado por voces que claman su inexistencia, poco ayuda el hecho de declarar desierto un concurso como éste, pues si bien somos pocos los que nos dedicamos a estos menesteres, creo que somos suficientes como para entregar la medalla de aquí a 10 años como mínimo, ya que existen plumas y talentos que publican en distintos medios y que reúnen los méritos necesarios para satisfacer al ecléctico jurado que por demás no incluye a nadie del gremio entre sus filas.

Si se quiere perpetuar la memoria de Oswaldo Baqueiro con una  medalla, en futuras ediciones habría que revisar sus fundamentos y realizar una difusión adecuada, teniendo mucho cuidado de elegir a un jurado competente y especializado, pues de por sí es grande la discusión  de qué es  periodismo cultural, máxime si los encargados de elegir a un ganador no ejercen este noble oficio.

Para revertir lo anterior no estaría de más que Sedeculta creara otras categorías del mismo concurso, como un premio a la crítica de arte o al periodismo cultural crítico y, ¿por qué no?, un premio a los jóvenes periodistas culturales menores de 35 años, pues si ni los mayores pueden alzarse con la medalla, entonces ¿cómo podríamos incentivar a las nuevas generaciones a dedicarse a la heroica profesión de difundir nuestra producción artística?

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