La 'primavera azul' (2)

Y cuando abrí la boca para respirar me aventó adentro una pastilla de azul que tragué con un sorbo de mi chela.

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Todo empezó cuando mi esposa comentó que no me sentía. A pesar de sus caricias fui incapaz de mantener una erección satisfactoria para el acto sexual y fuimos distanciando los encuentros hasta suspenderlos. Ella es cariñosa y comprensiva, y yo con la vergüenza de no corresponderle.

A cambio gané tiempo para disfrutar mis deportes favoritos y el dominó de los jueves con los amigos. Pero le platico, don Roberto: Hace unos días al llegar a casa por la noche mi esposa lucía un vestido corto con generoso escote.

Me dio un beso sabrosón y me aclaró que “tenía ganas”. Al no verme animado me preguntó qué pasaba y dije estar cansado por la chamba. Ella, siempre amable, fue al refrigerador, abrió una cerveza y la puso en mis manos.

Acto seguido, con delicadeza, apretó mi nariz con sus dedos índice y pulgar, y cuando abrí la boca para respirar me aventó adentro una pastilla de azul que tragué con un sorbo de mi chela. Y la escuché decir: Toma tu cerveza con calma, querido. Me voy a preparar y te espero en media hora en el cuarto. “Ya veremos si no te funciona” y se alejó comentando algo de la “primavera del viagra”. 

Conozco su sexualidad y me esmero en complacerla y después del lapso pactado ahí estaba, con tamaño y dureza, comenzando la faena con buena intención, pero esos diez minutos de intercambio me fueron eternos.

Desfigurado por la pésima condición física y el abultado abdomen terminé con un maldito calambre en la pierna derecha. Pero no soy tonto y me di cuenta que mi esposa está decidida a perseverar cuando encontré una caja de viagra en el botiquín del baño.

¿Y sabe qué don Roberto?, no se vale. Tan a gusto que estaba sobrellevando la andropausia con dignidad y ahora, por obra y gracia del Sildenafil, mi mujer cree que puede disponer de mi cuando le plazca, y ni modo de decirle que no me gusta.

Además, ahora que venció la patente de Pfizer el viagra va costar diez pesos y ya puede imaginar cómo nos van a mangonear. Por eso es conveniente  aclarar  de una vez cómo va estar el asunto.

Por eso lo invito a unirse a la red social de oprimidos que está enviando fuertes mensajes a las farmacéuticas productoras acusándolas de discriminación y homofobia, por privilegiar el derecho de la mujer a medicarnos cuando se les pegue la gana. Y le digo algo. Ya es viral.  Vaya bien.

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