La realidad de un meme periodístico

El meme es un chiste que se cuenta solo. ¿Quién no ha reído con los ingeniosos planteamientos gráficos de las redes sociales? ...

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El meme es un chiste que se cuenta solo. ¿Quién no ha reído con los ingeniosos planteamientos gráficos de las redes sociales? Muchos son chispazos de la realidad en forma de comedia, y uno de ellos, revelador sobre la idea de que estamos en tiempos nuevos, cuando todo, a fin de cuentas es historia repetida. 

Nos referimos sin duda a la imagen que muestra a un gran número de personas leyendo el periódico, y del otro lado, a un gentío "pegado" a su teléfono celular. Lo viejo es nuevo, y lo que creíamos que es una situación actual, no pasa de una repetición digital del pasado, retos a los que la sociedad se ha enfrentado y que, cuando todo sale bien, no desplaza las buenas ideas, sólo las mejora, o en este caso, digitaliza. 

El periodismo es uno de estos "afectados" por el debate entre lo nuevo y viejo, centrados en la visión catastrofista de muchos respecto al futuro de la difusión de la información en tiempos de internet, teléfonos inteligentes y "periodistas ciudadanos". 

Muchos han sido los fracasos y realmente pocos los éxitos, en parte porque la filosofía libertaria de las redes sociales da al traste con cualquier intención de acotar y moldear la veta informativa que poseen estos nuevos “medios” de comunicación, aún cuando sea en abono de su credibilidad. 

Como ya se sabe, los medios carecen de la inmediatez de la web y sus millones de “informadores” conectados al suceso en tiempo real. Esto nos hace pensar que el concepto “reportero” y “persona de los medios” está llegando a su fin, ante la imposibilidad ganarle la primicia al ciudadano de a pie que vio los hechos, tomó la foto y la subió a la red. Sin embargo, este proceso que pone en desventaja al profesional de la comunicación, es la raíz de la cual puede sacar provecho. 

La trinidad digital

“Ver, captar y difundir”. Esta simple trinidad del periodismo de redes sociales deja un hueco interesante: ¿Y dónde quedó “informar”? En manos de quien siempre lo ha hecho: del periodista. La veta a explotar para la “gente de los medios” está en la particularidad que tenemos para explicar no sólo el hecho, sino su contexto real, desde las razones pasadas a los supuestos futuros, más allá de lo que el ciudadano vio, captó y mandó a la red sin mayor intención que ser “el primero”.  

De esta idea nace la correlación entre el periodismo y las redes sociales: la una se provee de la otra para encontrar historias a cuales darles contexto; y la otra se sirve de la una para dar a conocer la importancia de un hecho aparentemente sin sentido, perdido en el “timeline” de una cuenta. 

Esta simbiosis no está exenta de problemas, especialmente por la desconfianza del “ciudadano libre” por los medios tradicionales y sus reconocidos compromisos editoriales al ser parte de una estructura no solamente informativa, sino comercial. Del otro lado, aunque el periodista se debe a la sociedad en la que habita y convive, no por ello abre su pluma a todo lo que este conjunto cree que es “noticia” sólo porque le impresiona o interesa al momento. 

El conflicto puede ser tajado desde ambas partes: del lado del periodista, es necesario sacudirse de la zona de confort fomentada por algunos medios que sólo difunden “la línea” privada o pública de sus estatutos, en otras palabras: salir de nuevo “a la calle” y encontrar las historias que necesitan ser contadas. Por su parte, el “ciudadano libre” debe entender que en estos tiempos de evidente exceso de difusores de datos, son necesarios los conceptos de equidad y sustento de los datos que corren por las redes sociales. 

Este debate es tan antiguo como el del diario y la radio, el de estos, con la televisión, y estos tres, contra la web, pero la esencia del periodismo no pasa de moda aún en estos tiempos donde pareciera que decir la verdad, sólo cabe en los chistes de un meme, donde no ofende a los que le quepa el saco. 

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