La vida es una sesión. ¿Estás presente?

Tenemos que motivamos todos los días y pensar que cada día es un reto para ser felices con la enfermedad, con el dolor...

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La vida es una sesión. ¿Estás presente? Así es, en la vida hay que estar presente en el momento justo y correcto. La vida no siempre nos da lo que deseamos, pero muchas veces nos proporciona lo que necesitamos. Por lo cual hay que estar en lucha de ser felices con lo que tenemos hoy y ahora.

Hay que aprender que la experiencia no es lo que nos sucede, sino lo que hacemos con lo que nos sucede. Tal vez esa tragedia que hoy estás viviendo, el día de mañana sea una bendición. Por lo cual, hay que estar receptivo y despierto ante todo suceso de nuestra existencia.

La situación económica del México actual no es fácil, pero hay que conllevarla con ánimo y optimismo. Hay que adaptarnos al momento actual y superar nuestros pensamientos derrotistas. Un amigo me dijo una frase que me gustó y te la comparto: “Estamos mal, pero vamos bien”.

El mejor lugar para encontrar una mano amiga es al final de tu brazo. Tenemos que motivamos todos los días y pensar que cada día es un reto para ser felices con la enfermedad, con el dolor y a pesar de una desgracia personal. No hay que olvidar que “lo que valoras es lo que piensas, y lo que piensas es en lo que te conviertes”.

El día de hoy ¿cómo está tu relación con Dios?, ¿cómo estás conviviendo con tu familia? No debemos de olvidar que la primera obligación del amor es escuchar. Dios nos dio una boca para hablar y dos oídos para escuchar. Porque no saber escuchar nos puede llevar a ...¡un divorcio!
No es un asunto de quién va a tirar la primera piedra; el asunto es quién va a empezar a construir con ella. Porque la manera de amar lo que tenemos en la vida es percatarnos que podemos perderlo.

Cuántas personas en el momento actual sólo hablan de lo malo, de la crisis y de problemas. No se dan cuenta de lo bueno que tienen y menos disfrutan de los dones que Dios les dio. No hay que llorar de lo que carecemos, hay que estar agradecidos de lo que poseemos.

Porque la alegría compartida es doble alegría; el dolor compartido es medio dolor. Bien me decía mi madre: “No siempre puedes tener felicidad, pero siempre puedes dar felicidad”.

En estos años de mi vida, he entendido que la felicidad la tenemos que crear nosotros, no puede venir de afuera. Y lo más importante que he aprendido es que la mayor felicidad de la vida es la convicción de ser amados, amados por lo que somos, o mejor dicho, amados a pesar de lo que somos.

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