La violencia en las canchas

Una serie de acontecimientos en torno al deporte más popular de México ha pasado sin un análisis en los medios masivos

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Sepultada por el abrumador peso de la detención de la líder magisterial Elba Esther Gordillo y a la renuncia de Benedicto XVI al papado, una serie de acontecimientos en torno al deporte más popular de México ha pasado sin un análisis en los medios masivos: los episodios de violencia en o alrededor de los estadios de futbol.

Sucedió tras el encuentro Neza-América, había ocurrido en el duelo Chivas-León y es casi inevitable cuando se enfrentan los de Coapa con Pumas y Cruz Azul, y cada vez que este fenómeno se presenta se oyen los gritos y lamentos de periodistas “especializados”, cronistas y demás fauna de acompañamiento que exigen a los federativos y a los dueños de equipos ponerle fin.

Y no digo que no esté bien que demanden un ambiente tranquilo y pacífico que permita a los aficionados disfrutar en familia de ese espectáculo.

Sin embargo, no he visto que –tras calmarse las aguas- los periodistas deportivos hagan lo que debería ser su tarea más importante: investigar las causas de esa violencia, buscar los motivos –que deben ser poderosos- que llevan a cientos de individuos hasta a los ataques armados con tal de defender una camiseta.

¿Quién de esos afamados gritones del micrófono o columnistas de acerada pluma se ha acercado a ver qué hay detrás de las llamadas barras? Se dice, se rumora o se deja ver –y eso no es periodismo- que hay equipos que mantienen a sueldo a los dirigentes de esos grupos violentos, que no sólo les dan boletos gratis sino que hasta les pagan el transporte cuando salen de gira, pero hasta ahora no hemos visto una investigación seria al respecto.

México no está hoy para seguir prendiendo focos rojos sobre su territorio, menos en terreno tan frágil como el de una concentración de masas, y es importante señalar dónde se halla el problema. Increpar a Decio, Justino, Ricardo, El Piojo o equis en una entrevista de banqueta no es hacer periodismo.

Es hora de que los especialistas sepan analizar fenómenos de masas y no se limiten a tirarle a todo lo que se mueva.

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