Las garotas callaron
A ciencia cierta no se sabe qué goliza fue más escandalosa, si la que le aplicó Alemania a Brasil o la que se dio en San Lázaro con la reforma en telecomunicaciones.
A ciencia cierta no se sabe qué goliza fue más escandalosa, si la que le aplicó Alemania a Brasil en Bello Orizonte que con el 7-1 dejó de serlo (“Por lo menos no fue maracanazo”, dirán los optimistas; “a ver qué día vuelven a organizar un Mundial, pendejos”, comentarán los más dolidos mientras buscan linchar a Diiilmaaa), o la que se dio en San Lázaro con la reforma en telecomunicaciones donde al igual que en el país tropical arrasaron los preponderantes.
Y está bien. Esto es el capitalismo salvaje donde el pez gordo se come al chico, donde no hay piedad para los débiles y la telebancada la platicamos todos. Ni modo que los monopolios se nos desmonopolicen al ritmo de somos compañeros de sector y de partido, no de servicios, como el rey de Constantinopla que se quería desconstantinopolizar.
Lo bueno es que por primera vez en su historia reciente regidos por Los Chuchos medio se rebelaron y, encabezados por Zambrano que se acordó de sus tiempos de guerrillero, casi, casi organiza un grupo de autodefensa. Mientras el PRI mostraba una aburrida y muy alemana unidad echeverrista y los panistas estaban muy obedientitos en espera de exorcismo (entre sus panazis, springbrakers brasileños y neoinquisidores están más desconcertados que el portero carioca), los perredistas vivían su versión muy provinciana de Juego de tronos. Un espectáculo muy bonito, porque los perredistas hasta parecían de a de veras, al borde de verlos, contra natura, como luchadores sociales. Con sus excepciones, porque entre Ríos Piter y Barbosa conformaban un puñado de villamelones de muy dudosa catego. Ya en el colmo, el líder de los senadores del PRD sí se vio muy clavadista cuando contó que: “Yo estaba a favor de la ley telecom pero voté en contra porque lo pidió el PRD”. O sea.
Y es que en los clavados siempre hay que dar paso a los profesionales como Robben. Los brasileños también intentaron aventurarse en el trampolín y ahí comenzó su debacle. Bueno, improvisación, que sí llegó al sexto partido, se lo tragó. Maracanazo en San Lázaro, sí señor, donde de la misma manera en que Felipao quiso cambiar todo Brasil para meter a toda Colombia para que por lo menos le echaran más ganitas, Zambrano quiso cambiar a los diputeibols de su bancada que al amparo de la “libertad de conciencia”, se fueron con la cargada tricolor.
Ya sin la monserga de la ley telecom que es como un penal dudoso, ya viene otra goliza, la de la reforma energética.
Las garotas callaron.
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