Las guerras santas
Nadie quiere meterse en una guerra, son caras, de hecho es lo más caro que ha inventado el hombre....
Nadie quiere meterse en una guerra, son caras, de hecho es lo más caro que ha inventado el hombre. Causan dolor sin límites y destrucciones que sobrepasan eras. El resultado de una guerra siempre es incierto. Existe la percepción de que una guerra es lanzar misiles y bombardear, eso no es guerra, eso es debilitamiento; una guerra es una invasión a gran escala con infantería y tomar la posición del enemigo, simple: bajar la bandera del otro mono y poner la de uno, y eso sólo se hace a mano, no con drones.
Si el hecho de meterse en una guerra es impensable (me refiero a la de verdad, no a la tecnoguerra de la tele), mucho menos si es en el otro lado de la tierra, cuando los tiros ni nos llegan. ¿Para qué meternos en líos? Esa misma cuenta la sacaba el Congreso de los Estados Unidos en 1939 con la anexión de Polonia por Hitler. Nada de Guerra, si los Europeos ya tuvieron una Guerra de 1914 a 1918 y no aprendieron la lección, pues que se maten entre ellos. La visión de los hombres que los convierte en grandes líderes es precisamente una visión global y el presidente Roosevelt sabía que esa guerra no iba a permanecer allí.
Que lo único que separaba la barbarie nazi de América era la solitaria Inglaterra y cuatro días de navegación. Por más que Roosevelt rogó para que los Estados Unidos se metieran de lleno nunca lo logró, lo llamaron “pistolero”, “incendiario” o “buscapleitos”. Entonces hizo la movida más estratégica del inicio de la guerra: se dejó atacar. Simplemente dejó entreabierta la puerta para que el congreso abriera los ojos de que lo que estaba del otro lado era terrible e incontrolable.
Supo desde mucho antes del bombardeo a Pearl Harbor; tomó precauciones como remover los portaaviones y dejó los barcos más viejos como sardinas. Los japoneses mordieron el anzuelo y se lanzaron. Roosevelt le dio una cachetada de alerta a su pueblo. Estamos hoy en día en las mismas, de nuevo desde 1945 hay una porción muy grande de la tierra en manos de la barbarie y con todas las intenciones expansionistas posibles.
La paz del orbe vuelve a estar en juego y los atentados de París son sólo la punta del Iceberg de lo que está por venir. Y se repite la historia: nadie quiere meterse en una guerra hasta que la tenga en el patio de la casa. A lo mejor una locura semejante en Times Square o frente al Capitolio puede despertar la voluntad mundial que se unió el glorioso día D del 6 de junio de 1944 para en un sacrificio desesperado e inevitable, salvar Europa de la garra nazi.
Hoy gran parte del Medio Oriente está bajo la garra del extremismo, una variante mucho peor que el nazismo pues no es una ideología sino un punto de vista religioso. Y todos dormidos, Francia lanzó 30 misiles (¿Es que son bien caros, sabes?) con la consabida reprimenda de todos los que dicen que mataron niños sin saber de dónde salió la foto, que bien pudo haber sido un niño muerto por los bombardeos de Assad.