Las miserias del PAN antes del combate

Con el proceso electoral estacionándose en la acera para tocar a la puerta...

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Con el proceso electoral estacionándose en la acera para tocar a la puerta, el PAN está hecho bolas con su propuesta para enfrentar al hegemónico PRI e intentar arrebatarle por vez primera la jugosa gubernatura. El liderazgo de atole de su dirigente estatal Eduardo Martínez Arcila complica más el escenario a un partido huérfano de figuras propias con estatura y bíceps para disputar la silla grande y que ha coqueteado con la candidatura del priista Carlos Joaquín González, quien está agotando hasta la última gota de una decisión que lo encumbre como candidato estelar.

A la posible coalición PAN- PRD le han salido escollos que pueden causar el naufragio del navío tan pronto abandone el astillero. Porque en Cancún, Tulum y Chetumal se han manifestado panistas que hacen el “fuchi” a esta alianza con un perredismo muy desinflado que disputa con Morena el cetro de rey del izquierdismo, más cercano al partido que parió Andrés Manuel López Obrador para mantenerse en la pelea por la Presidencia de la República.

El panismo enfrenta la peor circunstancia de su historia en Quintana Roo, ya que ha sido incapaz de forjar figuras de altura para disputar la gubernatura. Y en su extravío ideológico, llegaron en 2005 al extremo de formar una coalición con Convergencia para lanzar a la ex priísta cozumeleña Addy Joaquín Coldwell como candidata a la silla de sillas, con un resultado humillante porque fueron enviados a la tercera posición.

La pretendida postulación de Carlos Joaquín González –ex alcalde priísta de Solidaridad y ex diputado federal de ese partido – cuenta con un respaldo significativo en el partido blanquiazul, pero también emergen los que rechazan esta candidatura y sobre todo el matrimonio por bienes separados con el desahuciado PRD con su morena enfermedad.

Esta coalición es la única opción que estos partidos tienen para competirle a un PRI que se ha acostumbrado a ganar casi todas las posiciones, aunque en los comicios de 2010 la oposición le arrebató cinco de nueve Ayuntamientos, incluyendo el musculoso Cancún que quedó en manos del perredista Julián Ricalde Magaña, cuya hermana Alicia fue candidata del PAN a la gubernatura con ridículos resultados.

El panismo carece de cartas propias para este juego de póquer, y sus veladoras están colocadas bajo la imagen de Carlos Joaquín, quien tendrá que medir el escenario de alto riesgo porque su despedida del PRI es un punto de no retorno. 

Y el PAN como fuerza política no es garantía de triunfo, y esto se debe al nulo trabajo de sus dirigentes y a la tibieza con la que han enfrentado decisiones políticas polémicas que en otras entidades con banderas relucientes para la oposición.

Patético el estado de un panismo que no está a la altura de su historia, ya que no hizo los preparativos para este proceso electoral de primera magnitud, ya que estarán en juego la gubernatura, presidencias municipales y diputaciones locales.

Y su movimiento en el tablero de ajedrez está encaminado a aguardar con los brazos abiertos a quien está compitiendo con desesperación para ser el candidato mayor en el PRI, posición que también disputan José Luis Toledo Medina, Mauricio Góngora Escalante, Eduardo Espinosa Abuxapqui, Gabriel Mendicuti Loría y Raymundo King de la Rosa.

Mauricio Góngora y José Luis Toledo Medina libran una batalla como punteros en la pista, con un tremendo posicionamiento que será tomado en cuenta en las alturas, sin descuidar el factor Carlos Joaquín González y la mesa que tiene servida con manteles albiazules y negro amarillos.

En este cuadrilátero todo Quintana Roo está en espera de la definición de esa candidatura porque definirá el rumbo de la contienda, con la candidatura en las filas del PAN y PRD y el reparto de candidaturas como premios de consolación, proceso que el PRI domina con los ojos cerrados y que genera sus jaloneos y berrinches.

Este sendero de sorpresas mantiene viva la llama entre un puñado de aspirantes del PRI a candidaturas, provocando insomnio en quienes se perfilan como favoritos y que están conscientes de que avanzan en una zona de arenas movedizas capaz de tragarse una manada de elefantes.

Pech Várguez no es profeta en su partido

En el campamento virginal, es más mucho eficaz la estrategia del ex priísta José Luis Pech Várguez, quien se enfila como candidato de Morena a la gubernatura y anda haciendo una intensa labor de posicionamiento de imagen y propuesta como Promotor de la Soberanía Nacional en Quintana Roo, nombramiento que le permite recorrer el estado sin violar esa ley electoral tan delicadita que atiende lo menos importante y deja pasar todo lo grave. 

José Luis Pech ha difundido videos muy efectivos, pero sin cosechar el respaldo mayoritario de los militantes de Morena que son desbordados por su radicalismo, y que ven en el ex rector de la Universidad de Quintana Roo a un infiltrado del gobierno indigno de una pizca de confianza.

Si Pech es candidato a la gubernatura, captará un nada despreciable porcentaje de votos que puede colocarlo como digno finalista para disputar la presa al PRI, sobre todo si lo lleva en hombros Andrés Manuel López Obrador, quien como candidato presidencial triunfó aquí en 2006 y 2012.

Y aunque López Obrador es la fortaleza de su partido, es también su mayor debilidad porque los mandos y tropa se cuelgan del poderío de esa figura, esperando que haga todo para que lluevan los votos en las urnas, fenómeno que se deslizó en los comicios federales de 2015, cuando sus desconocidos candidatos a diputados federales cosecharon votos de fábula.

Pero, hoy por hoy, Pech Várguez es el único que se enfila a la candidatura más suculenta desde un partido distinto al PRI. Cuestión de medirlo llegado el momento como candidato retador.

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