Las Noches Palacio, el "Black Friday"
El centro comercial se atasca, a tal grado, que la gente te persigue en los pasillos del estacionamiento cuando vas a dejar algo a tu automóvil para preguntarte si dejarás un lugar libre.
Asistí a las Noches Palacio en la sucursal Santa Fe el sábado 24. Es una experiencia como pocas la que han inventado Alberto Baillères y José María Blanco en El Palacio de Hierro. Exitosa, redonda, completa. Miles de personas casi arrebatándose mercancía y juntando pesos de fantasía con cada compra para intercambiarlos por artículos de cierto atractivo: desde una plancha hasta un iPad.
Descubrí que la gente hace viajes especiales para cazar los mejores precios en la sucursal en donde se verifica el evento (el próximo fin toca en las sucursales Interlomas y Perisur). El centro comercial se atasca, a tal grado, que la gente te persigue en los pasillos del estacionamiento cuando vas a dejar algo a tu automóvil para preguntarte si dejarás un lugar libre.
El Palacio hace de este su evento más integral. Los proveedores se suman con particular entusiasmo, desde enviando a montones de individuos al piso de venta (particularmente en departamentos como cómputo, televisores o fotografía); hasta regalando el modelo anterior de la pantalla Samsung o la licuadora Oster. El evento es aderezado con una batucada que genera un descomunal ruido en los pasillos de la tienda y con vino tinto al pie de las escaleras. El tema era Brasil. No vi las caipirinhas.
Toda esta experiencia parece no tener nada que ver con lo que está ocurriendo en Estados Unidos. El Black Friday, mayor día de motor de compras en comercio al detalle que sucede al Thanksgiving Day, fue un fracaso esta vez. Cierto grado de pesimismo se ha apoderado de los consumidores estadunidenses, pues las ventas cayeron 1.8 por ciento en relación con el Black Friday del año pasado. En puerta están, a consideración del ciudadano estadunidense promedio, las sombras del precipicio fiscal y del potencial cobro de mayores impuestos a partir del 1 de enero. La gente es precavida.
La AMB dijo que el crédito al consumo crece a una tasa de 22 por ciento y que representa 26 por ciento de la cartera total. El Palacio de Hierro no es banco; pero cómo da crédito. Es un jugador de peso completo que sirve como termómetro para mirar el grado de apetito comercial que está desplegando la clase media mientras el país experimenta su desarrollo.