Las reputaciones, Tere Ulloa
En nuestra época no se puede tener dudas, el que duda se muere. Hay que verse fuerte, porque si no, lo matan a uno.
Tomo el párrafo de la muy celebrada novela de Juan Gabriel Vásquez, Las reputaciones. El editor le dice al caricaturista estrella del diario que ha hecho un dibujo del que se arrepiente:
“Pongamos que usted se equivocó. Pongamos que nos equivocamos. Usted va y confiesa que hizo el dibujo sin haber visto realmente, sin estar realmente seguro. Muy bien. ¿Y luego qué? ¿Se imagina lo que las fieras pueden hacer con eso? ¿Se imagina lo que pasará cuando las fieras se den cuenta de que pueden descabezarlo a usted?
¿Cree que se la van a perdonar? No se la van a perdonar. Le van a cortar la cabeza, las fieras de este país de fieras le van a cortar la cabeza. Todos los que lo odian, los que nos odian, todos los fanáticos se le van a echar encima. Cuando se den cuenta de que usted tiene dudas: se le van a echar encima.
En nuestra época no se puede tener dudas, el que duda se muere. Hay que verse fuerte, porque si no, lo matan a uno. Usted quiere pararse frente a ellos y quitarse el chaleco antibalas y decirles que disparen. Y van a disparar, créame. Lo van a fusilar. ¿De qué sirve eso?”
Copio el párrafo pensando en la luchadora social, la combatiente contra la trata, Tere Ulloa y en los testimonios en su contra que ayudé a difundir el miércoles dentro del espantoso, por donde se vea, caso de Cuauhtémoc Gutiérrez.
A veces el trabajo de uno, por más técnico que pretenda ser, puede volverse excesivo contra una persona, un grupo, una causa.
Y de lo excesivo a lo descompuesto el paso es corto. Lo lamento.
No sé de qué sirva eso, pero lo lamento.