Le fe en Dios

Lo que vale es confiar en Dios y en su Providencia. Claro está que hay que trabajar y tener fe. Todo es don y gratuidad.

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Dios es el mismo, aunque tenga mil nombres; pero tienes que escoger uno para llamarlo.-  Paulo Coelho, escritor

Siempre es bueno reflexionar acerca de nuestros propios pensamientos. Cuando rezamos: “Dános nuestro pan de cada día”, profundizamos nuestra fe. Dios nunca dejará de proveer. Ejemplo: cuando el pueblo Israelita caminaba por el desierto, Dios les mandaba el “maná” cada día. 

A veces la desconfianza nos hace acumular, afloran el egoísmo, el miedo y el deseo de crearnos sistemas de seguridad; aparece la codicia que es acumular mayor cantidad de bienes, a veces, a como dé lugar y en perjuicio de otros. En el caso del “maná”, algunos lo acumulaban y al día siguiente estaba podrido. 

Dios quería que tuvieran confianza y fe de que no les faltaría el alimento de cada día. La fe es que HOY se nos da, es para HOY y no para mañana ni para todo el mes. 

¿Para qué sirve apegarnos a algo? Lo que vale es confiar en Dios y en su Providencia. Claro está que hay que trabajar y tener fe. Todo es don y gratuidad. Cuando nos apropiamos de algo, nos esclaviza. En los hospitales psiquiátricos hay muchas personas internadas por haber perdido su dinero y bienes temporales.  

La fe puede ser un talento enterrado. La fe no es inerte, es dinámica. ¿Será por eso que Dios permite las situaciones poco fáciles? Éstas nos obligan a tomar decisiones constantemente que nos llevan a profundizar y dinamizar nuestra fe.

El crecimiento de la fe es consecuencia de “las pruebas”, ya que éstas definen la respuesta humana. Nuestra fe se modifica constantemente. La pregunta es: ¿mi fe aumenta o disminuye? 

No somos tanto creyentes, sino que podemos llegar a ser creyentes; no somos tanto cristianos, sino que llegamos a ser cristianos; no somos maduros, sino que maduramos al ser más conscientes de las situaciones que vivimos. Al modificar la forma de pensar cambia la actitud, y puede darse una reorientación hacia el BIEN evitando el MAL como eliminar el amor propio desordenado, la arrogancia y la soberbia. 

La fe significa que no existen derrotas definitivas en nuestra vida. Dios creó la dignidad de la naturaleza humana y nos propone continuamente la reparación maravillosa de lo que ha sido devastado por nuestros errores. Nos muestra de mil maneras a la luz de la fe, la paciencia, la ternura y el gozo con los que Él nos perdona y cuánto nos sigue amando. 

¡Cambiemos el mundo al cultivar y crecer la fe en el AMOR!

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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