La libertad interior se aprende

Cuando el objetivo del aprendizaje es de tipo práctico, no basta retenerlo en la memoria

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La libertad interior nos permite el señorío de nuestra persona, esto es, percibir con claridad que lo exterior no es lo que determina la propia conducta.- Anónimo

A veces pensamos que aprender algo es memorizar un contenido, un concepto y con el hecho de retenerlo en la mente es suficiente para haberlo aprendido; sin embargo, cuando el objetivo del aprendizaje es de tipo práctico, no basta retenerlo en la memoria. En lo vital y lo práctico el aprendizaje consiste en: adquirir una conducta. 

Para aprender a tocar un instrumento o conducir un vehículo no basta memorizar lo que se debe hacer. Nadie aprende sólo con teorías y/o explicaciones, es preciso practicar una y otra vez. Así es respecto a la libertad interior. Cuando estamos aprendiendo nos sentimos torpes e incapaces pero, al seguir intentando, con la práctica lo logramos. 

Los sentimientos mientras más intensos son más discapacitantes, ya que provocan que la persona no pueda ver y aceptar la realidad tal como es. Estos “quieren” que las cosas sean o sucedan de manera agradable; sin embargo, los sucesos ocurren siguiendo leyes como: “causa–efecto”, independientemente de nuestros deseos y sentimientos.

La realidad se puede vivir de dos maneras: “aceptándola o negándola”. La aceptación es sabiduría y salud mental y la no aceptación sufrimiento, necedad y actitud enfermiza. No podremos aprender a ser libres si no se acepta que la intensidad y la manera envolvente de los sentimientos NO tienen ninguna autoridad sobre la realidad. 

Es imprescindible para aprender y gozar de nuestra libertad interior lograr el señorío de nuestra persona para tener un juicio objetivo acerca del sentimiento intenso, en el preciso momento en que se está sintiendo, por ej.: ante un coraje intenso por algo o alguien que no concuerda con nuestras expectativas, se puede considerar con realismo que es INUTIL esa ira porque no puede cambiar NADA de lo que ya pasó. Hay que valorizar dicho sentimiento y, al darse cuenta que no sirve para nada, neutralizarlo y aceptar la realidad. 

Entonces, con un juicio sereno, encontraremos alternativas para afrontar lo que se presenta. Recordemos que sólo el señorío de nuestra persona nos permite la libertad interior para superar las dificultades y desafíos de la vida. 

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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