Linchamientos

Si el linchamiento procede en cualquier momento, entonces abusados: ningún escudo detendrá esta masacre.

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La gente en Yucatán es, por lo general, muy pacífica, tranquila, incluso “vale madrinolista” en numerosas ocasiones. Algo que se dice desde hace muchos ayeres es que en Yucatán “los golpes no te matan, peso sí los chismes y las habladurías”. Algo por el estilo.

Pero en esta semana ya ocurrieron dos hechos drásticos en distintas partes de Mérida que son de llamar la atención porque es indudable que las personas de bien, tranquilas y que no suelen meterse en problemas con sus congéneres comienzan a perder la paciencia.

A principios de semana, un enfrentamiento entre vándalos en la colonia Sambulá motivó el enardecimiento de varios colonos que se juntaron, agarraron palos y piedras y con determinación disolvieron el pleito entre grupos de buenos para nada, taraditos que, bajo el influjo de las drogas y el trago barato, hacen despapaye y medio. Bueno, pues, en esa ocasión, los vecinos pescaron a un tal Pepe Euán, conocido maleante del rumbo y que mantiene asoladas a las familias con agresiones, robos y amenazas hasta de muerte, le dieron su “calentadita” y lo amarraron a un poste como si fuera un animal peligroso.

Y hasta que llegó la policía, el sujeto fue liberado y quedó a cargo de los agentes de la SSP que, con seguridad, lo trasladaron al tambo, pero a estas horas ya debe estar libre y pensando cómo hacerle para continuar su vida de delitos. Y es que, aunque la gente interponga las denuncias correspondientes en el Ministerio Público, quién sabe qué sucede porque, al final, no sucede nada. Si acaso unos días o semanas de encierro y, por arte de magia, va para afuera nuevamente.

Apenas el martes aconteció otro suceso en la comisaría de Molas. Otro agarrón entre pandilleros con el perjuicio de la gente pacífica. Ahora, los perjudicados no se inmutaron ni se inclinaron por el “valemadrismo” y, armados de valor y de objetos contundentes, persiguieron y detuvieron a un pillastre apodado “Caballo”. Como el ejemplo de la colonia Sambulá, el émulo de equino fue amarrado a un poste de madera, previa zamarreada y ligera estropeada. Una vez más, llegó la policía –tarde-, contuvo a la muchedumbre y rescató al vándalo para evitar una tragedia.

¿Y cuál sería la tragedia? Simple: ambos tipejos estuvieron a un paso de ser linchados para servir de escarmiento a los pandilleros o gente sinvergüenza que se la pasa jorobando a cuanto ente humano se le atraviese en el camino.

PRIMERA CAIDA.- El linchamiento es una práctica brutal para hacerse justicia por propia mano que tiene pocos antecedentes en Yucatán, quizá a principios de los ochenta cuando grupos priistas lincharon a Benito Oy Kumul, militante panista, en Chemax.

SEGUNDA CAIDA.- El linchamiento, ante la inoperancia de las corporaciones policiacas para estar en el momento justo, a la hora justa, empieza a ser una alternativa para las familias necesitadas de seguridad.

TERCERA CAIDA.- Si el linchamiento procede en cualquier momento, entonces abusados: ningún escudo detendrá esta masacre.

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