Escribió Julio Scherer en su libro Los presidentes que “el periodismo ha de ser exacto, como el bisturí”.

Recupero la frase por la coincidencia de dos hechos que tocan al periodismo. Ayer, la Secretaría de la Función Pública concluyó la investigación a la ex directora de Comunicación del gobierno de Felipe Calderón, Alejandra Sota, sin encontrar “inconsistencias entre ingresos y erogaciones”, ni elementos para “presumir incongruencias patrimoniales”. Nada de nada de nada.

A finales del año pasado, un medio internacional marcó a Alejandra Sota como una de las 10 personas más corruptas de México. ¿Quién aportaba pruebas de las corruptelas? Fuentes anónimas. ¿Qué se le probaba con exactitud? Nada.

Se cumplen, por otra parte, dos meses del escándalo en torno del ex presidente del PRI en el DF, Cuauhtémoc Gutiérrez. Hoy, la Comisión de Justicia Partidaria del PRI iniciará un proceso para expulsarlo por su presunto tutelaje de “una red de prostitución” doméstica.

Dos meses después, el PRI sigue dando por buena una nota de MVS fundada en fuentes anónimas y voces trucadas, sin al parecer importarle que, por ejemplo, la única persona con nombre y apellido en esa historia, Priscila Martínez, declarara ante el Ministerio Público que le pagaron 30 mil pesos por decir lo que dijo de Gutiérrez y MVS reprodujo.

No hay acusaciones penales directas ni la información se ha movido un milímetro. La historia hasta el momento parece y huele a montaje. Algo que por lo visto tiene sin cuidado a la Comisión de Justicia tricolor.

Así las cosas en 2014. Tiempo de montajes y linchamientos mediáticos.