Cómo les gusta jugar con nuestros sentimientos, justo cuando estábamos bien preocupados por el incierto destino de Rafael Caro Quintero, la presente administración tricolor al fin presentó su reforma energética. No se sabe si la pospusieron unos días para checar que no tuviera faltas de ortografía, o para meterle más citas del general Cárdenas donde, prácticamente y gracias a una pequeña ayuda de los semidioses del revisionismo, exige la venta de garaje de Pemex y por lo tanto la modificación del 27 constitucional por prescripción médica.

Lo bueno es que a pesar de los estrambóticos gritos de los cavernicolitas de izquierda, la reforma ya está aquí para apuntalar al PRI. Y todo con el apoyo vía Twitter no solo de toda la dinosauriza como era lógico y Chayito Robles cual porrista, sino también del inolvidable ChikiliQuadri, al que ya le anda porque lo dejen administrar aunque sea unos gasolinazos. Bueno, hasta la Conade, que nunca tiene una opinión sobre casi nada menos del clembuterol, tenía orgasmos triples con aquello de que lo energético no quita lo caliente.

Y no era para menos. Sobre todo porque el C. Preciso reiteró mil veces que Pemex no se crea ni se prostituye, solo se le mete en contratos de utilidad compartida.

Y es que a Pemex la prefieren en utilidad compartida, antes que vaciar su vida, pese a que digan los panistas que no es perfecta —ya se sabe que hasta que la paraestatal no se llame EXXON-Valdez, los pitufos no estarán tranquilos—, pero se acerca a lo que la IP simplemente soñó.

Aunque en la reforma no se toque ni con el pétalo de una auditoría al sindicato ni a su charrísimo líder Robero des Champs, es muy humanista. Sobre todo por la morriña que genera el viejo y querido PRIcámbrico temprano entre los choznos de don Plutarco. Así, muy padre que a Peña Nieto no se le olvidara el término “modernización”, tan olvidado desde las tan desprestigiadas reformas modernizadoras de don Luigi Echeverría. Por eso cuando el Preciso y Manlio Fabio Superstar hablan de que Pemex ni se vende ni se privatiza, que solo se moderniza, nos hace evocar nostálgicamente a Fidel Velázquez, el Fobaproa y la administración de la abundancia de don Jolopo.

El concepto “modernidad” que ya parecía ambigua canción de Los Panchos, ahora con los remixes político-petroleros tiene el nivel de rola de Pitbull. 

La economía mixta reloaded y con fenilalanina que le llaman.