Lo que el arreglo de 'La Bestia' no solucionará

El gobierno federal planea invertir mil 500 millones de pesos en la rehabilitación de las vías de La Bestia para aumentar su capacidad de carga, así como la compra de equipo para vigilar el convoy.

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Ayer la nota principal de nuestro impreso daba cuenta, en un buen reportaje de Lorena López, del esfuerzo que iniciará el gobierno federal para invertir “mil 500 millones de pesos en la rehabilitación de las vías para aumentar la velocidad de La Bestia y su capacidad de carga, así como la compra de equipo de vigilancia del convoy y de vehículos para realizar los operativos que impidan que los extranjeros lo utilicen como transporte rumbo a Estados Unidos.

También se contempla ‘agilizar el retorno inmediato de los migrantes asegurados’ en los operativos y para ello se mantendrá comunicación permanente con los consulados de Honduras, Guatemala y El Salvador”.

El plan para intervenir La Bestia llevaba más de 20 meses en el cajón del equipo gobernante, desde que el entonces asesor del presidente Peña, el general Naranjo, lo propusiera como “un triunfo rápido y sencillo” para el Presidente entrante. Eso, junto con un aumento significativo de la presencia policiaca en las zonas de mayor confluencia de migrantes debe disuadir momentáneamente a hondureños, salvadoreños y guatemaltecos.

O el resultado será, me temo, que los centroamericanos buscarán vías aún más peligrosas que los harán más vulnerables y, por lo tanto, presas de las redes de explotación de los criminales en convivencia con policías y autoridades migratorias.

Ayer mismo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dio a conocer su informe sobre la situación de los derechos humanos y los migrantes en el país. Largo y documentado, el informe es, me parece, una mirada justa sobre la situación de la tragedia.

Señala avances y rezagos, pero a lo largo de texto queda claro que el problema es uno de origen, mucho más profundo que las vías de un tren. Como los estadunidenses, hasta hoy el gobierno de México no ha tenido una solución más allá de la policiaca. Más o menos humana.

Con más o menos atenciones para niños. Con mejor o peor vigilancia del actuar de las instituciones policiacas. Pero atraparlos y regresarlos ha sido nuestra única solución.

No sé si hay otra o cuál es esa otra. Lo que sí sé, lo que la realidad ha demostrado, es que esa no es la solución.

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