Lo que Mancera debe aprender de su primer éxito político
El jefe de gobierno puso en el debate público un tema: lo absurdo de los salarios mínimos en México.
Después de una serie de encuestas que mostraron en niveles sorpresivamente bajos de aceptación y popularidad a Miguel Ángel Mancera y el publicado consenso de la comentocracia de que su gobierno no funciona ni en lo administrativo ni en lo político, lo escuché en un par de entrevistas atribuir esa baja al Hoy no Circula sabatino.
O lo asesoran mal o se confunde.
El declive de su calificación viene desde hace muchos meses y es difícilmente atribuible a un solo factor. La restricción a la circulación tiene que ver, pero también empieza a trasladársele a la actual administración algunos aumentos en delitos, la sensación de una renovada corrupción en la policía y su ausencia en los debates nacionales más allá de aplaudir al gobierno federal.
De repente, y como no queriendo, por primera vez en el sexenio, Mancera ha puesto en el debate público un tema: lo absurdo de los salarios mínimos en México.
Es un tema perfecto para tiempos de enorme desigualdad y poco crecimiento. Es un tema que lo acerca a la izquierda, que no sabe qué hacer con él. Es un tema nacional. Y es un tema que obliga a todo mundo a definirse.
Lo ha hecho bien.
Es tan bueno que hasta el PAN quiso arrebatárselo mediante la irresponsable frivolización de una valiosa herramienta de participación ciudadana como es la consulta popular.
Pero el asunto es de Mancera, como se ha demostrado en el impacto del foro de estos días en Antropología. Si como ha prometido lo lleva a la Conago, un acuerdo previo con los gobernadores perredistas podría seguir haciendo ruido. Ayer mismo Alfonso Navarrete, secretario del Trabajo, le entró al tema en MILENIO Televisión —aunque canceló su presencia en el foro— y le dijo a Azucena Uresti que el gobierno federal ve con buenos ojos el debate, pero advirtió que primero hay que desvincular el salario mínimo de los más de 150 rubros que se indexan a él. Cosa que, por cierto, los más serios proponentes del aumento al mínimo también han pedido.
Mancera debe aprender de esto que esta ciudad —orgullosa, vanidosa, peleonera— quiere a un líder que esté en el debate nacional, que se pelee, que proponga y que provoque.
Para administrar la ciudad necesita un (mejor) gabinete. Si quiere estar vivo políticamente en unos años, debe levantar la voz, gruñir un poco, aplaudir menos.
Y, claro, lograr que su iniciativa de salarios mínimos se haga realidad.
Twitter: @puigcarlos