Lo que no habría que saber
Entendí más de historia y cultura universal con Dietrich Schwanitz, a través de su libro “La Cultura: Todo lo que hay que saber”, que en toda mi formación pre-universitaria.
También forma parte de la cultura saber lo que no hay que saber.– Dietrich Schwanitz, filólogo e historiador
Entendí más de historia y cultura universal con Dietrich Schwanitz, a través de su libro “La Cultura: Todo lo que hay que saber”, que en toda mi formación pre-universitaria. En el pasado aprendí, sin comprender, pero seguramente soy un caso particular, aislado, y no un reflejo de la educación en México.
Siempre recuerdo un capítulo escondido al final, con el que cierra su obra: “Lo que no habría que saber”.
Por ejemplo, la vida de los famosos. Schwanitz se refiere a las casas reales europeas, en la actualidad dominada por las peripecias del matrimonio de Kate y el príncipe Guillermo; en México, la equivalencia pareciera estar en las actrices de telenovelas como nos ayudó a comprender nuestro presidente.
El autor hace hincapié en la televisión (falleció antes de la llegada de Facebook). Es muy agresivo con los programas de concursos y los reality-show, programas de sucesos catastróficos y espectáculos como los de Laura Bozzo, simplemente los considera un “signo de estupidez”.
Involucrando en la misma categoría a los programas dedicados a la música popular, el entretenimiento burdo y prácticamente cualquier iniciativa que podamos encontrar en la televisión abierta mexicana…
¿Excepciones? Sí, los noticieros, programas de debate, opinión y política (aunque hasta los noticieros han conseguido devaluar, si no me cree vea Matutino Express, con Esteban Arce).
Critica a los hombres por el arraigado vicio de la fanfarronería, que delata su ignorancia y explica su afición a la competitividad y el deporte. Además del fútbol, afirma que resulta vergonzoso soltar discursos sobre otros temas fuera de la cultura que apasionan a muchos hombres donde, según él, los milagros de la técnica y los automóviles ocupan el primer puesto.
Sin embargo, lo que le provocó mucha crítica fue que separara los conocimientos científicos de la cultura: “Sigue considerándose imposible que alguien no sepa quién fue Rembrandt; en cambio, si no sabe qué dice el segundo principio de la termodinámica…”.
En fin, muchos desearán criticarlo por su estricta concepción de cultura, o para sentirse mejor consigo mismos. Aunque, en realidad, el hombre ya está muerto. Mejor valdría reflexionar.