Lo que Purificación olvidó
Purificación no escribe una línea acerca del robo de la señal de CNI/Canal 40, que Salinas Pliego consumó con las peores artes en febrero de 2006.
No quiero comenzar el año nuevo sin referirme al libro de Purificación Carpinteyro, El fin de los medios, que circula desde hace días y, supongo, estaba pensado para concurrir con la reglamentación de la reforma de telecomunicaciones, uno de los pendientes del 2013 legislativo.
Purificación ha producido un bien armado y entretenido relato de sus vivencias y reflexiones en década y media en el sector; de los enfrentamientos con el consorcio de Carlos Slim cuando ella era funcionaria de Iusacel, a sus tareas actuales como diputada del PRD. Hay varias páginas, desde luego, sobre el sube y baja como directora y subsecretaria en el gobierno de Felipe Calderón, incluido el sombrío episodio de las grabaciones a Luis Téllez.
El problema con El fin de los medios es que los buenos son siempre muy buenos y los malos, muy malos. El libro termina pareciendo otro más, otro, sobre los “excesos y canalladas” de Slim y, en especial, Televisa.
En cambio, es asombrosamente benevolente con Ricardo Salinas Pliego, a quien dedica solo dos referencias generales (y dos a su segundo, Jorge Mendoza), cuando Emilio Azcárraga Jean, Alfonso de Angoitia, Bernardo Gómez, José Bastón y Javier Tejado Dondé, la hierarchía de Televisa, se llevan 35 duras menciones.
En el recorrido por este tramo de la historia, Purificación no escribe una línea acerca del robo de la señal de CNI/Canal 40, que Salinas Pliego consumó con las peores artes en febrero de 2006. Tampoco del pleito legal todavía en curso por dicha señal.
Imperdonable omisión para quien denuncia con tal severidad.