Lo que se llevará Obama

Obama se llevará de México la convicción de que hay mucho por hacer en la relación bilateral.

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Maquiavelo decía que en los menesteres del poder la mitad los define la fortuna y otro tanto la virtud. Cierto es, la suerte cuenta, pero también la destreza. Vicente Fox fue un presidente con mucha suerte, pudo ser ese gran hombre de Estado, fundador de una nueva forma de hacer política, de esos personajes que se dan cada cincuenta o cien años y que en México no suman los dedos de una mano. Fox tenía la mesa puesta. No pudo ni quiso, quizás ni se dio cuenta.

Enrique Peña Nieto también es un Presidente con suerte. En este caso un antecesor con oficio, pero con problemas de temperamento hizo que la política tocara piso. Las elecciones dividieron al país.

Los comicios presidenciales pasados amenazaban con continuar en la ruta del desencuentro y desconfianza de gobierno y oposiciones. Peña Nieto leyó bien la necesidad de un Presidente que actuara en los momentos cruciales del país con perspectiva de Estado.

También, hay que decirlo, Peña Nieto, al igual que Fox, recibió una situación económica estable, aunque ahora con mediocre crecimiento. En lo fortuito ha sido una ventaja importante para quienes ahora dirigen a la oposición. El inteligente pragmatismo de Peña Nieto lo hizo pasar de la confrontación a un entendimiento que ha servido de punto de quiebre en la política nacional.

Todos, gobierno y oposición, han logrado lo que no ocurrió en 15 años de gobierno dividido y todavía más, el Pacto puede significar, además de reformas trascendentes, el tránsito del país a la legalidad y a la imparcialidad a las autoridades en elecciones. Un cambio nada desdeñable.

A la suerte interna se le suma el ciclo político en el país vecino. A Peña Nieto le corresponde ser testigo de una reelección presidencial en el que el llamado voto hispano es protagonista relevante, y llegó para quedarse. La sociedad política estadunidense se ha ido moviendo hacia un terreno de empatía con México, aunque por razones propias no de buena vecindad.

La legislación de control de armas en el Senado, respaldada por Obama, sufrió derrota, pero son cada vez más los estados que se inclinan por restringir el comercio de armas de asalto, decisión crucial para México. El tema migratorio está en el centro de atención en el Senado y es posible que en breve haya un avance histórico en la materia.

A su salida de México, el viernes, el presidente Obama tendrá la impresión de que la gira cumplió sus objetivos. Seguramente le llamará la atención de sus encuentros privados constatar que tres de cuatro mexicanos tienen muy buena o buena opinión de él, solo Juan Pablo II en su mejor momento se le equipara. Como todos los presidentes estadunidenses, aun en sus actividades internacionales, su preocupación principal es doméstica y en estos momentos es el empleo y el tema migratorio.

Los acuerdos y el trato público y privado del presidente Peña Nieto habrán servido para avanzar en sus propósitos. Privilegiar en la Iniciativa Mérida el gasto a la prevención y capacitación es objetivo compartido, igual que la cooperación en materia de educación superior e infraestructura.

De los encuentros, sobre su anfitrión le quedarán presentes los buenos modos del mexicano, su pragmatismo o instinto político, al igual que lo heterogéneo de sus colaboradores.

En el balance de las actividades quedará de relieve el cambio que está ocurriendo en México ante una nueva generación de políticos y empresarios. Con seguridad el interés se centrará en la manera como se construyó el Pacto que dio origen a las reformas y a la construcción de mayorías legislativas.

Obama se llevará de México la convicción de que hay mucho por hacer en la relación bilateral y meditará sobre la conveniencia de lograr una muy buena relación personal, como la de los presidentes Clinton y Zedillo, vínculo fortalecido en el tiempo y que inició en el momento tormentoso del “efecto tequila”.

De los encuentros quedará en claro la necesidad de conminar a las agencias relacionadas con la seguridad, de transitar a nuevos términos para no malograr la colaboración, puesta en entredicho por la soberbia e irresponsabilidad manifiesta.

Peña Nieto es un Presidente con suerte. Los halcones en el país vecino están a la baja política y en quiebra moral, mientras que ganan terreno quienes suscriben una visión más humana y constructiva de la relación bilateral y del mundo, como es la del Presidente Obama.

La región requiere de un liderazgo con visión sobre las relaciones económicas, confiable en lo político y sin sumisiones. México tiene mucho que aportar en Cuba o Venezuela, también en la integración económica de Centroamérica, justamente a donde se dirigirá el vuelo del presidente Obama

Twitter: @berrueto

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