Los Ayuntamientos tienen que recuperar el vigor que los caracterizó por décadas, consolidándolos como instancias efectivas para la atención de las necesidades más sensibles y urgentes de la población. Pero hoy estos Ayuntamientos son camiones desbielados con reducido margen de maniobra por la persistencia del daño en sus arcas y por una sobrecarga en su planta laboral, exceptuando por obvias razones al debutante Puerto Morelos.

El caso Bacalar es ejemplo a revisar, porque este municipio adolescente tan sólo sirve para dar empleo y no para resolver los expedientes que se siguen acumulando como si este municipio siguiera en el abandono, tal como estuvo cuando formó parte de Othón P. Blanco.

Los electores ya saben castigar, y lo han hecho a partir de 2002 en el plano municipal, cuando Juan Ignacio García Zalvidea (PVEM) derrotó al priista Víctor Viveros Salazar. En la reciente elección del cinco de junio el PRI fue humillado en la batalla por la alcaldía capitalina y también le arrebataron el poderoso Solidaridad.

En esta ocasión el poderío de la candidatura de Carlos Joaquín González fue decisivo, pero no debemos perder de vista que las redes sociales y demás plataformas han permitido que miles accedan a contenidos que desenmascaran a sus autoridades, generando corrientes de opinión que marcan tendencias no siempre definitivas.

Los presidentes municipales son vigilados en su entorno y más allá de sus demarcaciones, siendo con sus actos los grandes aliados o enemigos de sus respectivos partidos. En Othón P. Blanco, el no priista Luis Torres Llanes no sólo debe atender y resolver el tema de la basura y el bacheo, sino atacar el tema del deficiente alumbrado y el transporte público, para comenzar.

La mayor parte de los alcaldes tendrá que concluir algún día la revisión de sus miserias y el recuento de los daños, para emprender proyectos perdurables, tan comunes en otros tiempos. Pero ahora se tiene la idea generalizada de que el municipio tan sólo sirve para tapar los baches y llevarse la basura.

Algunos recordamos que en otro tiempo los presidentes municipales eran autoridades tremendamente funcionales y tan respetadas por su pueblo. Pero el saqueo sistemático colapsó muchos Ayuntamientos, afectados también por la ineptitud de su altos mandos.