Los Blom-Duby, descubridores de Bonampak

Él en una ocasión manifestó: Todos los caminos Mayas llegan a Chiapas. Este era el análisis teórico en la conclusión que lo llevó a escribir...

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Él en una ocasión manifestó: Todos los caminos Mayas llegan a Chiapas. Este era el análisis teórico en la conclusión que lo llevó a escribir “Los lacandones, su pasado y su presente” en 1948, y el motivo estremecedor de adentrarse al enigma de las generaciones tribales de la raza cósmica. 

Ella, mujer de pluma valiente y escritora de tiempo completo, abrazó con pasión periodística una serie de artículos sobre la explotación en las condiciones laborales de las mujeres mexicanas y la contribución a la revolución mexicana del ejército suriano de Emiliano Zapata, y Francisco Villa en el norte. 

Él atendía con premura su tiempo en trazar los primeros mapas de las zonas  arqueológicas e indígenas en sus recorridos por el territorio chiapaneco, todo lo hacía con rigor científico para heredar a las generaciones posteriores la contribución a conocimientos arqueológicos e históricos. 

Ella, Gertrudis Duby (heredó para siempre el apellido de su primer matrimonio),  compañera itinerante de Franz Blom (aunque el trato natural lacandón lo nombró sencillamente Pancho Blom), organizaron  una expedición en la búsqueda de”la ciudad perdida” de Bonampak.

Los Blom-Duby finalmente se unieron en matrimonio poco antes de finalizar los años 50 del siglo pasado, en una sencilla ceremonia entre algunos avecindados extranjeros y lacandones encabezados por Chan Bor,  Pepe Centurión, Chan Santa Cruz, Nah Kïn Obregón y Käyum Carranza. Debajo de la grandeza de una ceiba frondosa unieron sus vidas y se juraron amor. Ambos construyeron una corriente prolífica del pensamiento indígena de la esencia tzeltal, tzotzil, tojolabal, chol en obras que trascendieron la ruta europea, bajo los siguientes títulos: “¿Hay razas inferiores?, “La selva lacandona”, “Chiapas indígena”, “Los lacandones, su pasado y su presente”, abrieron sus puertas a la libertad del conocimiento étnico: “Na Bolón” (casa del jaguar) en su tierra adoptiva, San Cristóbal de las Casas. 

Formó con paciencia samaritana un gran espacio que hasta hoy ocupa la biblioteca “Fray Bartolomé de las Casas”, convirtiéndola en patrimonio de Chiapas y esta tierra,  a su vez le otorgó el premio a la cultura en 1954. 

La sencillez con que se condujeron los Blom-Duby nos demuestra el amor a esta tierra, donde conocieron y descubrieron la paz y la armonía de la naturaleza. 

Él solía decir: soy tan sólo un humilde explorador que va abriendo caminos que otros mayores a mí crearon. 

Ella, con frecuencia, comentaba: si me preguntaran que es lo mas hermoso que descubrí de la vida, diría, sin vacilar: la esencia sabia de los mayas que poblaron, un día, estas tierras.

Franz Blom Petersen comenzó a sentir el cansancio en los maltrechos pulmones de su cuerpo por la adicción al tabaco que finalmente lo llevó a la tumba. Tres años después la misma enfermedad (enfisema pulmonar) lo unió a su esposa y el recuerdo imperecedero de las distintas tribus que aún ocupan el territorio chiapaneco, donde se han escrito historias ensoñadoras de esta gran pareja que amó con pasión aquel territorio maya. La más conocida cuenta que en el centro exacto de la selva lacandona se erige una majestuosa ceiba, que siempre es reguardada por un jaguar y que los indígenas que se acercan al árbol y reciben la luz de la luna procrearán hijos sabios del jaguar. Estos son los espíritus de aquellos extranjeros que jamás imaginaron quedar por siempre en estas tierras que hicieron suyas como una premonición del destino para vivir su amor por siempre. 

Franz Blom y Gertrudis Duby seguramente deben seguir adelante en sus experiencias antropológicas en el cosmos sideral del mundo maya -de aquella generación que  pensó en grande-.

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