Los Cabos, 'Odila' y un gobierno ausente

El huracán devastó la mayor parte de la infraestructura del lugar, el segundo destino más importante del país después de Cancún.

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La catástrofe que vive hoy Baja California Sur representa el más grave desastre vivido por ese estado en su historia reciente y es un duro golpe al turismo de México, ya que devastó la mayor parte de la infraestructura de Los Cabos, el segundo destino más importante del país después de Cancún, tanto por la llegada de visitantes extranjeros como por la derrama económica de su actividad de servicios y hotelería.

La miopía de muchos impidió que se viera desde los primeros momentos la gravedad de los daños ocasionados por el huracán Odilaen Baja California Sur y sus cinco municipios, pues si bien el avance en la cultura ciudadana de protección civil permitió que no hubiera una tragedia generalizada en pérdida de vidas humanas, la incomunicación —primer síntoma de la magnitud del daño— impedía que hubiera informes e imágenes que mostraran la situación que se vive ahora en ese territorio.

Poco a poco las imágenes y las historias recogidas por los medios fueron llegando y se hizo evidente que el gobierno del estado fue rebasado por completo por su imprevisión y descuido ante un fenómeno meteorológico de grandes proporciones como fue Odila, un huracán de categoría 4.

Esta fue la razón por la cual durante varios días en Baja California Sur y, en especial, Los Cabos hubo estado fallido, donde las autoridades locales fueron incapaces de garantizar seguridad a sus habitantes, que fueron testigos de los saqueos a hoteles, centros comerciales y residencias y que tuvieron que bloquear calles y organizar grupos de vigilantes ciudadanos para proteger sus vidas, sus familias y sus bienes.

Si bien la presencia de Enrique Peña Nieto y su gabinete en Los Cabos fue pronta, la llegada de las fuerzas federales fue tardía frente a la situación de ausencia de gobierno local y municipal en Baja California Sur, a grado tal que pudimos ver imágenes en MILENIO Televisión como elementos de la Policía Estatal se sumaron a los saqueos y aprovecharon el caos para llenar sus unidades con aparatos electrodomésticos.

Quizá la imagen que mejor explica la impericia y criminal negligencia de las autoridades sudcalifornianas es precisamente la del gobernador Marcos Covarrubias, que en conferencia de prensa con el Presidente sonreía a las cámaras como si estuviera en campaña, pretendiendo minimizar la catástrofe y mintiendo descaradamente al público, cuando sus gobernados pasaban la noche aterrados sin saber cuándo llegaría la ayuda o si algún grupo de maleantes entraría a robar sus casas.

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