Fui amigo de ambos. El primero fue un notable dramaturgo nacido en Mérida el 5 de julio de 1925. El otro, un exitoso compositor cubano nacido en Manzanillo el 12 de enero de 1918. 

Ambos escribieron la obra titulada “Inolvidable”, que yo uní en 1992, en el  marco del Festival  de Teatro que lleva el nombre del primero. Esta es la historia.A Julio Gutiérrez lo conocí en  un centro nocturno de Nueva York, donde actuaba, en los años en que fue director artístico de la cantante cubana Irene Farach,  quien más tarde lo traería a actuar al Teatro Peón Contreras, en enero de 1986. 

Por él supe que su bolero “Inolvidable” lo había grabado por vez primera en México la cantante yucateca Rosa María Alam, en 1943, acompañada de la orquesta de Miguel Ángel Pazos. Varias décadas después, Luis Miguel lo convirtió en un éxito mundial. Para entonces Julio ya había muerto.

A Wilberto Cantón lo conocí en la ciudad de México en mis años de estudiante de teatro. En 1960 asistí en Mérida  a la lectura que hizo  Luis G. Basurto  del intenso drama “Inolvidable”, que más tarde llevó a Suramérica con la Compañía Nacional de Teatro. En  la Argentina la estrenó la tremenda actriz Margarita Xirgú.

En 1992, para el Festival Wilberto Cantón, dirigí la obra “Inolvidable” en el Peón Contreras con reparto de lujo: Graciella Buchanan, Guadalupe Salias, Lupita Gallareta, Sergio Cámara que alternaba con Aníbal Escalante, y el joven Jorge Drury. 

La escena de la sórdida alcoba de la protagonista de vida licenciosa la ambienté con la voz de Luis Miguel cantando el tema de Julio Gutiérrez: “En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse…”.  Obtuvimos las mejores críticas del festival.