|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

En su primera plana de ayer, El País presentó el principal reportaje de Domingo con la foto a color y cuatro columnas de un hombre con cartuchera militar que, sonriente y con los brazos cruzados, sostiene en cada mano un arma larga, en la izquierda un AK47 (cuerno de chivo), con el titular: Los justicieros del polvorín mexicano y el texto:

“No te doy mi nombre, pero ponte que soy El Maniguas para que El Chayo vea bien en dónde ando y con lo que le voy a recibir cuando me venga a buscar”, advierte este autodefensa a uno de los capos del narco. Es uno de los cientos de civiles levantados en guerra contra los traficantes que controlan el estado mexicano de Michoacán. El país asiste a sus últimas conquistas.

En interiores, el suplemento abre con foto a plana completa con cuatro sujetos (a un quinto, detrás, se le ve el sombrero), avanzando en Nueva Italia el 12 de enero, y el pie: “Cientos de civiles armados mantienen desde hace un año una guerra abierta contra los narcos que controlan Michoacán ante los ojos de un Estado mexicano rebasado…”.  

Magníficas las fotos que siguen en otras cuatro páginas: el médico José Manuel Mireles con sombrero de ala (porte y altura que hacen recordar al vaquero de Marlboro), sobresaliendo entre al menos otros 12 autodefensas, seis de los cuales también ostentan armas prohibidas.

La infografía del mapa que se reproduce deja ver que no hay problema en la mitad de Michoacán, pero la restante se presenta con 20 municipios ocupados por autodefensas; el de Arteaga dominado por Templarios y únicamente Lázaro Cárdenas y Apatzingán controlados por el Ejército.

Siguen 12 sonrientes autodefensas posando con armas que apuntan hacia la cámara; cinco paramilitares con cuernos de chivo y otros fusiles y ametralladoras: El Tortuga, La Cornuda, Lalo, una robusta muchacha sin identificar y El Comandante Cinco diciendo: “Queremos más mujeres que lleven armas y que estén allí”. Y asegurando: “Yo he sido militar y sé que nos capacitan para resistir la presión y que no nos salgan tiros a lo pendejo…”.

¡Chí...!

El comandante hablaba de dos de sus correligionarios muertos a las afueras de Antúnez la noche del lunes de la semana pasada, luego de que una turba de autodefensas quiso desarmar a efectivos militares; de que un soldado fue zarandeado, y a otro se le despojó de su chaleco antibalas mientras el convoy en que la tropa viajaba era blanco de pedradas y un uniformado, según todo indica, ante una indiscutible amenaza física, disparó su pistola de cargo.

Pese a la omisión del contexto clave de la tragedia y sobre los difuntos, la reportera Verónica Calderón cuenta: 
“Son dos. Mario Pérez Sandoval, de 56 años, que se enfrentó al Ejército, dicen sus familiares, armado con piedras y palos. Cuentan los vecinos que un militar lo mató. Y Rodrigo Benítez, un jornalero de 27 años, que había acudido a la salida del pueblo en respuesta al repique de campanas que alertó a la población de la llegada de los soldados. Una bala lo mató por la espalda en el fuego cruzado…”. 

Lo más leído

skeleton





skeleton