Los límites de la 'chequera única'

En ocasiones, esos recursos ni siquiera provienen de las arcas de la campaña.

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Escribí aquí el viernes que me entusiasmaba la idea de la chequera única que han propuesto los partidos de oposición en la reforma política que se discute en el seno del Pacto por México y el Congreso.

Conocedor de la realidad electoral desde el IFE y ahora desde la academia, Luis Carlos Ugalde me escribió haciendo algunos comentarios que han apaciguado mi entusiasmo.

Aunque no descarta que pudiera ser un avance, dice que “muchos gastos ni son observables ni tampoco se reportan por parte de las campañas. Por ejemplo, las encuestas. Muchas de ellas se pagan en efectivo y nunca existe factura ni contrato. Y el problema es que, a diferencia de un espectacular, éstas son de uso privado y por tanto indetectables para la autoridad electoral, salvo las que se publican con fines de promoción. Lo mismo ocurre con las estrategias de movilización de votantes, uno de los rubros en que más dinero gastan los candidatos. Una campaña de gobernador, por ejemplo, puede gastar decenas de millones en efectivo para pagar a cientos de operadores de tierra, sin que quede rastro alguno. En ocasiones, esos recursos ni siquiera provienen de las arcas de la campaña —se pueden pagar con desvío de recursos públicos, de fondos generados a partir de comisiones de obra pública o dinero de donantes privados que no se reportan”.

Dice más: “Que el IFE pague todo a los proveedores de todas las campañas se puede convertir en una pesadilla administrativa, obstruir las tácticas de campañas y complicar el flujo de pagos. Imagina que se constituya el Instituto Nacional de Elecciones (INE) y en una temporada electoral éste deba pagar a todos los proveedores de miles de campañas simultáneas. Aquí cabe destacar, sin embargo, que muchos proveedores también aplaudirían la medida, porque en ocasiones no reciben su pago al final de la campaña, sobre todo cuando trabajaron para un candidato perdedor”.

Le pregunte a Luis Carlos si lo suyo no era esta actitud del todo o nada, que no celebramos un paso adelante si no es un brinco a la perfección. Su respuesta fue impecable: “Creo que un pequeño avance es mejor a nada. Pero a veces estos pequeños avances se venden como grandes avances y solo distraen la atención de lo realmente importante, generan expectativas y luego frustración”.

[email protected] 

Twitter: @puigcarlos

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