Los mayas están vivos
Los mayas de hoy están en todos lados, aunque no en el sitio que merecen; en su inmensa mayoría son sirvientes, asalariados.
Tarde, pero seguro, parece ser el lema subyacente en el anunciado Festival de la Cultura Maya a realizarse del 14 al 22 de diciembre en Yucatán, con motivo del fin del 13 Baktún y el inicio de una nueva era en el calendario maya.
Una serie abigarrada y múltiple de festejos enmarcará la celebración, desde conferencias, conciertos, presentación de libros, ceremonias, en fin, todo un acontecimiento cultural con implicaciones turísticas.
En este marco, conviene recordar que en la Península de Yucatán viven más de 800 mil personas que se declaran mayas (en el censo de 2000 la cifra era de 816,000, de las cuales 550,000 habitaban en Yucatán, y constituyen el segundo mayor grupo de Hablantes de una Lengua Maya (HLM), sólo superadas por las hablantes de quiché (1.000,000), según reporta el investigador Miguel Güémez Pineda).
Si bien son datos estadísticos fríos y alguien podría argüir que no le dicen nada, si los ponemos en contexto (en Yucatán son cerca de un cuarto del total de la población) la cosa cambia y, aún más, si sumamos a quienes por vergüenza o temor no revelan que son mayahablantes y que constituyen otro buen porcentaje de la población.
Con estos datos ya podemos calibrar un poco mejor la importancia del grupo humano heredero de la civilización a la que, mediante esas celebraciones, se pretende honrar. Grupo humano que debe – tiene– que estar en el centro de todos esos festejos y que ya es tiempo de que deje de ser el marginado, vejado y usado pueblo maya destinatario de afanes paternalistas.
Los mayas de hoy son una cultura viva, actuante, con una grande riqueza que excede y supera la visión folklórica. Los mayas de hoy están en todos lados, aunque no en el sitio que merecen. Los encontramos en el campo, en la ciudad, en muchos aspectos de nuestra vida, pero en su inmensa mayoría son sirvientes, asalariados con sueldos de hambre, víctimas de explotación, alarifes que viven hacinados en las grandes obras en las que luego de terminadas no tienen cabida…
Hoy, ante la nueva era que se inaugura el 22 de diciembre, es necesario que se hagan visibles, que dejen de verlos como objeto de estudio y dignos de lástima por su condición de pobreza y marginación. Festejar a los mayas es digno de encomio, pero es hora de que llegue a ellos la justicia social verdadera.