Que nadie se confunda. Miriam Grunstein, abogada del ITAM, doctora por NYU, autora de un libro sobre mercado y negociaciones petroleras, cree que es necesaria la apertura de nuestro mercado petrolero. Pero también sabe que en esta discusión los tabúes y mitos no están únicamente del lado de aquellos que se oponen a cualquier reforma constitucional. 

Ayer, en el foro organizado por el CIDAC, la doctora Grunstein explicó cómo esta idea propuesta por los “aperturistas”, de que un par de cambios constitucionales y un par de leyes secundarias con reformas a Pemex traerán en chorro la inversión, los empleos y la prosperidad, tiene sus problemas. Parafraseo a la investigadora del CIDE: de otros países que han caminado de la restricción a la apertura en energía hemos aprendido la lección de que es fundamental tener instituciones de Estado sólidas que se comporten de manera diferente a como se comportaban. 

No hay negocio más rentable en el mundo que el de los hidrocarburos y con eso llegan todos los beneficios, pero también todos los vicios de quienes ven que se puede hacer dinero a montones. No solo es un asunto de abrir; las empresas extranjeras buscan marcos institucionales sólidos que den seguridad jurídica a sus acciones. Al mismo tiempo, el país requiere de reguladores con mucha más autoridad que la que hoy tienen, la Comisión Reguladora de Energía hoy en día es de papel, para evitar acciones depredadoras. 

La doctora Grunstein puso un ejemplo: en Colombia, donde ha aumentado dramáticamente la inversión y la producción gracias a mecanismos de seguridad contractual para los inversionistas, también han aumentado los ataques del crimen organizado a gas y oleoductos. ¿Estamos preparados para lidiar con eso? Hay países que a la par de la apertura han creado fiscalías especializadas en estos asuntos para a la vez dar seguridad jurídica y fuerza a la regulación.

Frente a un público mayoritariamente aperturista, Miriam Grusntein, que quiere la reforma, advirtió con inteligencia que no por ganar el argumento se haga uno igual de simplista y, por lo tanto, igual de falso.