Los niños, el primer aviso de una crisis mayor
Hoy en día, los hispanos, alrededor de 17 por ciento de la población, son el grupo minoritario étnico o racial más grande y el que aumenta con mayor velocidad...
Primero el torpe anuncio de Joe Biden en la reunión en Centroamérica, después la dura decisión de Barack Obama y ahora el más estructurado programa del gobierno mexicano no serán más que curitas, pequeños alivios insuficientes para el problema de magnitudes aún no calculadas que vendrá del sur.
Durante el siglo pasado, la enorme brecha en empleo, oportunidades y calidad de vida provocaron un flujo migratorio de México a Estados Unidos con el que el país del norte intentó lidiar de múltiples maneras con mayor o menor éxitos. Desde los braceros y otros programas de trabajo temporal, amnistías generalizadas que legalizaron a millones, endurecimiento de la frontera, relajación de la frontera, programas de reunificación familiar… En fin, de todo.
Hoy en día, los hispanos, alrededor de 17 por ciento de la población, son el grupo minoritario étnico o racial más grande y el que aumenta con mayor velocidad. Pero también es un inmenso grupo —el que no tiene papeles— discriminado, marginado, sin acceso.
Valga el ejemplo para lo que empieza a suceder y lo que vendrá.
Los países centroamericanos, en especial y en ese orden, Honduras y Guatemala, pero El Salvador y Nicaragua no andan demasiado bien, se han deteriorado de manera escandalosa en los últimos años. Altísimo desempleo, sobre todo en jóvenes; violencia que hace a la nuestra ser un juego de niños; niveles de pobreza y pobreza extrema que afectan a millones y, en algunos casos, constituyen amplias mayorías de su población.
A eso habría que sumarle una mala solución migratoria en Estados Unidos que desde finales de 1999 proveyó de visas temporales (TPS) a ciudadanos de países centroamericanos, pero con tales condicionantes —no poder viajar al país de origen mientras se tiene el TPS, pero imposibilitados de tener residencia o reunificación familiar—, que lo han complicado todo.
Así, todos los que saben de esto y llevan años mirando el fenómeno piensan que lo de los niños es apenas un aviso, casi una advertencia de una oleada. Tal vez por eso el tono inequívoco de Obama de que deportará a todos.
En Chiapas, Tabasco y Quintana Roo ya conocen la nacionalidad de quienes trabajan campos de café o construcciones de hoteles.
El problema es de tal complejidad que se necesita una gran idea. Una. Regional. Con mucho, mucho dinero atrás. Los pequeños gestos humanitarios de alivio serán muy poco frente a lo que viene.
Twitter: @puigcarlos