Los renglones torcidos de la educación en México

Las cifras se filtran por la piedra, formando en cada bulbo estalactitas, que liberan verdades gota por gota...

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Las cifras se filtran por la piedra, formando en cada bulbo estalactitas, que liberan verdades gota por gota, cuando una mano misteriosa abre las páginas de la historia de la educación en nuestro país, para revelar que en México hay mil 906 escuelas fantasma que tienen asociadas 24 mil 230 nóminas. Aunque estos centros educativos no existen, cuestan al mes más de 343 millones de pesos, unos 26.6 millones de dólares. Los datos presentados por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) son el resultado del cruce entre la información del censo de escuelas, maestros y alumnos de Educación Básica Especial, publicado en abril.

Los datos presentados por el IMCO no incluyen a todos los Estados: Nuevo León, Tamaulipas, Quintana Roo y San Luis Potosí no aportaron ninguna información.

Si la respuesta de las autoridades al desastre educativo sigue siendo el silencio, condenarán a México a ser un país cada vez más rezagado.

Es inevitable comparar las siguientes cifras con la novela de Octavio Paz, Cien años de soledad, porque eso es lo que existe en las aulas cuando  se  muestran otras irregularidades del censo a partir de la edad de los maestros.

Según los datos, en el país habría mil 442 profesores de más de cien años dando clases de educación básica. De estos, mil 441 trabajan en las aulas de Hidalgo y además todos tienen la misma fecha de nacimiento: el 12 diciembre de 1912. De ellos, por ejemplo, 127 trabajan en un programa de educación ambiental sustentable y el monto de su nómina asciende a dos millones 985 mil 705.96 pesos al trimestre (231 mil 500 dólares). 

Las categorías salariales varían también mucho de una entidad a otra. El director de Mexicanos Primero, David Calderón, puntualiza que los salarios pueden oscilar desde los 3 mil 500 pesos para un joven que comienza a trabajar hasta los cien mil de un maestro con 25 años de servicio en el Distrito Federal, Estado de México o Querétaro. El IMCO revela que hay una minoría de profesores que cobra, "de forma inexplicable", alrededor de medio millón de pesos al mes, casi 39 mil dólares, unas 278 veces el sueldo mínimo en el país.

Es entonces cuando me pregunto, ¿es acaso esto, el tributo a la dialéctica del poder? o ¿son los renglones torcidos en los cuadernos de la educación?

En el libro País de mentiras, Sara Sefchovich, muestra que el poder miente y que la mentira ha sido siempre el método que usa para gobernar: Nos dicen que somos una economía sólida, que la familia, la educación, la impartición de justicia y la justicia social son lo más importante, pero no hacen nada para que eso sea una realidad. Crean instancias burocráticas que no cumplen con su cometido, inventan resultados, manipulan cifras, tergiversan y silencian los hechos porque quieren hacernos creer que las cosas son de otro modo que como realmente son.

¿Por qué mienten? ¿Cómo es que han podido hacerlo durante tantos años? ¿Por qué lo hemos permitido y soportado? ¿Será porque también mentimos?

Es tiempo ya de rectificar el camino, de reconocer errores y de actuar, la sociedad en su conjunto que hoy es la afectada puede y debe beneficiarse de un cambio radical en la política educativa, un cambio democrático  e incluyente que verdaderamente considere a todos los actores del quehacer educativo, que mire hacia dentro, construir a través de la propuesta del colectivo social.

El tan gastado eslogan “educar es una tarea de todos”, debe convertirse ya en una realidad, la de hoy, la que todos queremos, la que haga posible apostar y potenciar esa apuesta a lo que tenemos y a lo que somos. Don Benito Juárez nos enseñó: “La educación es el arma más valiosa y la mejor herramienta para enfrentar la vida futura”.

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