Los riesgos de Narro

La Universidad tiene su propia fuerza de orden interna, que no ha empleado.

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Las autoridades de la UNAM, queriendo ser prudentes con el trato a 15 rufianes embozados, elevan la tensión a límites de estallido. Ya este lunes hubo enfrentamientos, todavía verbales, entre los posesionados de la  Rectoría y estudiantes que se convocaron por las redes sociales.

La idea misma del Estado es que los ciudadanos dejemos nuestra seguridad a cargo de fuerzas capacitadas, entrenadas y con equipo apropiado para responder ante el delito. Los alumnos de la UNAM están al límite de lo que pueden soportar.

Los carteles y mantas de los embozados claman al pueblo, a la educación gratuita y laica. Pero el hecho simple es que están defendiendo a cinco expulsados a quienes se aplicó tal sanción por golpear trabajadores del CCH Naucalpan y lanzar cohetones y bombas molotovs contra sus oficinas… eso a su vez en protesta porque la autoridad ordenó ingresar a la escuela identificándose como alumno y permitiendo la revisión de la mochila… eso para control de los narcomenudistas que, no satisfechos con sus puntos de venta en la explanada, desean llevar sus productos a las aulas mismas y así ganarle clientela a los mini-narcos de la explanada.

La ocupación de la Rectoría de la UNAM se hace en defensa del libre mercado… la libre venta de droga dentro de las escuelas. El pueblo y la educación laica y gratuita, todo eso es paja de relleno: no se ha propuesto siquiera la modificación del Artículo Tercero en tal sentido. La mejor propaganda a la educación privada la hacen los que cierran, una y otra vez, las escuelas públicas, laicas y gratuitas.

La Universidad tiene su propia fuerza de orden interna, que no ha empleado. Tiene, además, la fuerza pública a su disposición en cuanto la pida. No es una huelga de trabajadores universitarios, no es una huelga de estudiantes contra el alza de cuotas: son Castro Bustos y Falcón, en el Precámbrico, apoderados de la Rectoría y derrocando un rector.

La mesura de las autoridades debe considerar también la justa furia de los estudiantes y su posible decisión de echar de la Rectoría por la fuerza a 15 embozados que defienden a cinco expulsados que defienden su derecho al libre mercado de la droga. ¿Eso es lo que va a dialogar y negociar el rector Narro? Si en el caso del auditorio Justo Sierra decidió darlo por perdido, borrar de su cabeza la existencia de ese auditorio, hoy vivienda de teporochos y narcomenudistas, no puede hacer lo mismo con la Rectoría. 

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