Dice el policía municipal -ojo: municipal- Carlos Manuel Loría Rodríguez que “cuando salimos a patrullar” reciben quejas de la gente porque “las calles están muy opacas y no hay suficiente claridad donde transitan”.

Y el “especialista” Ing. Jorge García Valladares, presidente del Colegio de Ingenieros Mecánicos Electricistas, que las luces que tiene la ciudad hoy “emiten ondas peligrosas a las que estamos expuestos” (ver desplegado de la Comuna en Milenio Novedades, 19-mayo-2013, Pág. 21).

Al oficial –deficiencias sintácticas aparte (obvio: no es gramático)- habría que preguntarle dónde patrulla y a qué hora, porque su radio de acción se limita al centro y pedirle que diga los nombres de esos ciudadanos que se quejan; al “especialista” la preguntaría en que rama de la medicina es graduado, en caso de que hable de peligros para la salud, porque puede ser que las emanaciones pongan en riesgo el tráfico aéreo, y, si esas “ondas” de las que habla generan peligro, para quién y en qué circunstancias. ¿Son mortales?

A la autoridad municipal nomás le insistiría en que me tiene asustado. Ojalá que los muy respetables empresarios que toman las decisiones en este delicado caso no se equivoquen.

Hay un juicio en curso, así que no son sólo acuerdos de cúpulas a espaldas del Cabildo, sino también legales. Y es en este renglón donde me da miedo. Si el alcalde pierde el juicio todos lo vamos a pagar. 

El affaire lumínico de Mérida me trae a memoria el Pacto por México, donde -como señalan perredistas y panistas- hay acuerdos cupulares que luego se pasan a la soberanía del Congreso federal para que los haga leyes, como un mero trámite.

Si así van a ser las cosas en México y en Mérida, pues mejor en vez de elegir autoridades vamos a votar por los presidentes de las organizaciones empresariales y profesionales y así nos ahorramos mucho dinero y dejamos de discutir los cambios en el IFE que quiere en PAN.