Madero, el astuto

En un nuevo lance, Gustavo ha solicitado licencia para ser diputado por lista. Esto le permite asegurar la continuidad y vigencia cuando deje la dirigencia.

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Difícil, muy difícil debe resultarles a los adversarios de Gustavo Madero en el PAN ver cómo va construyendo camino a la candidatura presidencial. Madero no es ágil con las palabras, sí con las decisiones.

Como muchos de los de su clase, ganan porque son subestimados. Calderón presidente lo trató mal, como también lo hizo con Manuel Espino.

Madero resistió y por la exclusión de la que fue objeto en la campaña presidencial, el resultado adverso no le afectó; en los partidos, al igual que una escuadra de futbol que pierde, la remoción del timonel es inevitable; no ocurrió así porque Madero fue víctima de la víscera que caracterizó al calderonismo.

Madero ha sabido sacar provecho del acuerdo con el gobierno de Enrique Peña Nieto. La agenda histórica del PAN ha avanzado más con Madero opositor que en 12 años de gobiernos panistas.

En un nuevo lance, Madero ha solicitado licencia para ser diputado por lista. Esto le permite asegurar la continuidad y vigencia cuando deje la dirigencia.

Antes de la elección de 2015, con la candidatura plurinominal, regresaría a la presidencia del PAN, llevará al partido a la elección.

Le fue tan mal al PAN en 2012, que al ser referencia solo requiere mejorar un poco para invocar victoria. Una vez que concluya el término, octubre de 2015, iría a la coordinación del PAN en la Cámara de Diputados y, seguramente, Ricardo Anaya sería el nuevo presidente del PAN, camino abonado por la habilidad natural que le caracteriza, además de la necesidad de nuevas caras en la política partidaria. Anaya declinó buscar la candidatura del PAN a Querétaro; por lo pronto hay tareas más importantes y menos inciertas.

Ernesto Cordero no ha podido contenerse y le ha dado por la inconformidad. Se ve mal. Tuvo la grandeza de reconocer el resultado adverso en ocasión de la elección de dirigencia, pero Madero no la tuvo para concederle espacios en la cúpula partidaria. No se lo perdona.

En entrevista con Ciro Gómez Leyva, Cordero no se puede contener, no solo golpea a Madero, sino que comete el error de agredir a Ricardo Anaya. No advierte que el dirigente interino es el puente al futuro.

En el mismo programa, a manera de réplica, Madero lo ignora y Anaya hace una elegante faena al reconocer virtud a quien fuera secretario de Desarrollo Social y de Hacienda en el gobierno de Felipe Calderón. Cordero, quien debiera utilizar los medios para hacer causa por su partido en el tema fiscal, eso sí lo suyo, simplemente la deja pasar y se vuelve todo descalificación, un émulo de Andrés Manuel López Obrador pero sin proyecto, historia ni brújula. Sería bueno escuchara a Ricardo Anaya para ver cómo en unas cuantas frases hace que el PAN gane terreno frente al PRI y el PRD por el tema fiscal.

Los errores de los adversarios de Madero contrastan con los aciertos de éste. Una decisión brillante haber llevado a Ricardo Anaya al segundo sitio en la dirigencia y deshacerse de Alberto Villarreal, bajo el pretexto del video.

Con ello promueve a un correligionario inobjetable y con futuro, un político que en algún momento podría estar en la boleta presidencial, no se descarta para el 2018, pero esa será una decisión de Madero, el astuto. Villarreal pasa a mejor vida y los escándalos de él y del hermano ya no le llegan.

Una falla estratégica reciente de Gustavo Madero fue avalar a sus senadores para impedir la asistencia del presidente Peña Nieto al evento del federalismo en el Senado.

El error no es anticipar tiempos y la agenda electoral, sino confrontarse con el PRD de Miguel Barbosa. PAN y PRD se necesitan, pero los duros del PAN enseñan los dientes y eso complicará o encarecerá una eventual alianza con el PRD.

Otro error es la descalificación del INE y los nombramientos de funcionarios en los estados. Las decisiones en materia electoral, aunque sean buenas son discutibles, pero es un exceso suponer que el Consejo General en su conjunto esté al servicio del PRI. El juego del PAN es imponer presión a la autoridad electoral para influir en decisiones futuras; con ello descalifica la reforma y las reglas que promovió.

Importan las elecciones. Los partidos viven de éstas y así es como se resuelve la disputa por el poder. La de 2015 es la antesala a la presidencial. La competencia se da al interior y entre partidos.

Madero entiende bien el juego y con pragmatismo habrá de conducir al PAN para regresarlo al sitio de principal oposición al PRI. No se requerirá mucho por la división de la izquierda con la incursión de Morena. En varios estados puede tener avances importantes. Antes que todo, con habilidad reafirma su liderazgo en la organización y se perfila hacia 2018.

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