Madurez humana

Gradualmente hay que dejar atrás los temores infantiles y las vanidades de adolescentes.

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Por sus frutos los conoceréis.- Sagradas Escrituras 

Todos los seres humanos estamos llamados a dar frutos. Si nacimos y crecimos es para dar frutos nutritivos, jugosos y sabrosos. Es lo que el Creador espera de nosotros al ir madurando como los  maravillosos seres humanos que somos. El tiempo de vida es para darnos sabiduría que es tener más claridad en el diario acontecer, perspectivas más amplias y una conducta acorde con un contacto más consciente y profundo con la realidad. No únicamente arrugas y kilos de más. 

El tiempo que pasa no vuelve jamás. La vida se mueve siempre hacia adelante y no es posible retroceder. Gradualmente hay que dejar atrás los temores infantiles y las vanidades de adolescentes. Imaginemos a un individuo que está convencido que él debe seguir siendo el “ombligo” del mundo como cuando era niño y sus caprichos lo hacían “el centro” de atención…

Cuando esto sucede es un rechazo al crecimiento, pretendiendo desconocer la ley de la vida que es avanzar sin aferrarse a alguna etapa que ya pasó. Si algo es real en la vida es el cambio; pasar a lo nuevo y desconocido para comprenderlo, aceptarlo e integrarlo. Solamente así nos podremos dar cuenta de nuestras posibilidades y limitaciones. 

La conducta, cuando se deriva de una visión madura, permite vivir mucho mejor, armonizando con los cambios, las cosas y las personas que nos rodean. Una verdadera madurez se nota cuando nos dedicamos a facilitar la propia vida y la de los otros en lugar de hacerla ingrata y a veces insufrible. Recordemos que nuestros puntos de vista son eso, puntos de vista, nunca verdades absolutas e iremos descubriendo los aspectos positivos y consoladores de la convivencia humana en la que estamos inmersos y así ofrecer frutos buenos para bienestar propio y del prójimo.

Con la madurez nos convencemos de que en el amor está la respuesta y lo importante que es en nuestras vidas; llegamos a entender que amar es colaborar con la mente, el corazón y las acciones para que cada quien llegue a ser lo que debe ser, con su personalidad, su estilo, su carácter y cumplir su misión.

Los frutos de la madurez en la persona son: la paz, el conocimiento, el valor, la libertad, la serenidad, la bondad y la confianza en la vida. Si nos damos a conocer por nuestros frutos, ¿cuáles son éstos hasta ahora?

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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